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viernes, 2 de abril de 2010

EL JUSTICIA DE ARAGÓN

Detalle del monumento al Justicia de Aragón en la ciudad de Zaragoza. Fue construido por el arquitecto Félix Navarro Pérez. La estatua la realizó el escultor Francisco Vidal y fue inaugurado el 22 de octubre de 1904. Su coste fue de 77.368 pesetas, con la aportación popular de 2.153 pts.

JUAN V DE LANUZA, “EL MOZO”: JUSTICIA DE ARAGÓN.

Los señoríos eran las propiedades que el Rey había otorgado a las Órdenes Religiosas o a los señores que le habían ayudado en las campañas militares. La zona del Valle del Jalón fue controlada por la Orden de Jerusalén o del Hospital en un principio, pero, posteriormente fue pasando a la nobleza. Uno de estos señoríos pasó al poder de los Lanuza, en concreto, el formado por Plasencia, Bardallur, Turbena y Caulor.

Juan de Lanuza tuvo que enfrentarse al farragoso asunto de Antonio Pérez Escobar, un episodio que le costó la vida. Su padre, Juan IV de Lanuza, había fallecido el 22 de septiembre de 1591, quizás por el mismo problema, y tuvo que sucederle en el cargo de Justicia de Aragón, cuando sólo contaba 27 años.
Antonio Pérez era descendiente de judíos conversos de Monreal de Ariza. Tras finalizar su formación académica, sucedió a su padre como secretario del Rey –Felipe II-. Se vio involucrado en el asesinato de Escobedo, incondicional D. Juan de Austria –hermanastro del Rey- y del Duque de Alba. Tras estar encarcelado en varias prisiones castellanas, escapó y se refugió en Calatayud para, posteriormente, llegar a los señoríos de Urrea y Plasencia. No eligió Pérez este destino al azar. Acogiéndose a los protectores Fueros aragoneses y, más concretamente al privilegio de manifestación, debido a la procedencia de su padre, al que Carlos I había concedido el ser ciudadano de Zaragoza, se puso bajo el dictamen de El Justicia. Según Lasarte, es posible que, el perseguido estuviese escondido en la pequeña fortaleza situada entre Plasencia, Urrea y Bardallur conocida como “El Castilluelo”. De aquí pasó a la cárcel foral del Zaragoza bajo la custodia del Justicia. La Inquisición se le privó de todos los derechos forales, lo que fue interpretado por los zaragozanos de declaró hereje para, así, perder el derecho foral, lo que fue interpretado por el pueblo como una pérdida de los Fueros. Se sucedieron varias alteraciones para evitar llevar al preso a La Aljafería, lo que se consiguió tras los motines de la ciudadanía. Pérez logró huir a Francia el 10 de noviembre de 1591, 4 días antes de la llegada a Zaragoza de un ejército de 10.000 hombres enviados por el Rey. Este ejército no llegó a enfrentarse al que, el inexperto Justicia intentó formar para defender los derechos y privilegios forales.
En efecto, El Justicia, juntamente con su primo hermano el Conde de Aranda, Luis Ximénez de Urrea -señor de Urrea y otras poblaciones del Valle y otros puntos de Aragón-, el Duque de Villahermosa Fernando de Aragón y Gurrea (¿), que era señor de Pedrola y otras poblaciones próximas, y otras personalidades, fueron los artífices de la rebelión armada y de la creación para ello, de la “Junta de Épila”. Confiados en que no había habido represión la “Junta” se trasladó a Zaragoza pero, el Consejo de Aragón instó a Felipe II a que escarmentara a los subversivos y el 20 de diciembre de 1591 Juan de Lanuza fue ejecutado en la Plaza del Mercado .

Lupercio Leonardo de Argensola cuenta como vio su ejecución:
“... llegó a la plaza enterneciendo a todos los del exército (que de la ciudad no asistió gente a tal espectáculo), porque demás de su edad y apacible presencia, que siempre en semejantes trances es más notada, salía con el mismo luto que pocos días había traído por la muerte de su padre, y sin cuello en la camisa. Córtole el verdugo la cabeza y con poco respeto llegó a quitarle unas medias de seda; pero un gobernador de una tropa del exército, dándole con un palo, le mandó que las dexase, y que no tocase un hilo de aquel cuerpo. Después los caballeros y capitanes del exército le llevaron en hombros hasta el monasterio de San Francisco, donde está su
sepultura...”.

El conde de Aranda y el duque de Villahermosa, así como el resto de los cabecillas, fueron ejecutados en el transcurso de 1592.