Lo de los relicarios está últimamente de moda. Van de un lado a otro como si de una exposición itinerante se tratase. Esta práctica tardorromana es una antigua tradición del cristianismo, iniciada
por santa Elena en el s. IV, madre del emperador Constantino y de
origen británico. Ha dado muchos beneficios económicos a la Iglesia
durante muchos siglos. Hoy no tiene tanta importancia, pero en
instituciones tan inmovilistas como la iglesia católica o las ortodoxas
se sigue observando. Es un mundo curioso; con los prepucios del niño
Jesús que hay por ahí se podría hacer una chupa de cuero y con los
“lignun crucis” ( trozos de la cruz en la que fue ejecutado Jesús)
habría para siete arcas de Noé.
(En la imagen, las reliquias de San Juan de Ávila, hoy en Cádiz).
No hay comentarios:
Publicar un comentario