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viernes, 20 de diciembre de 2013

40º ANIVERSARIO

        ASESINATO DE CARRERO BLANCO

Hoy se cumplen 40 años del asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, cuatro décadas en las que no se han podido disipar las sombras de duda que aún se ciernen sobre el primer atentado de ETA en Madrid por el que nadie se ha sentado ni se sentará en el banquillo y que fue perpetrado al día siguiente de la visita del secretario de Estado de EE UU Henry Kissinger a España.
¿Fue el asesinato del entonces presidente del Gobierno y mano derecha de Franco una conspiración? Los expertos así lo creen, pero todavía nadie ha despejado la incógnita. Lo único seguro es que ETA perpetró la acción. Los terroristas de la denominada "operación Ogro" eligieron el 20 de diciembre de 1973, con Franco ya enfermo, para dar un gran golpe que trascendiese las fronteras.
ETA fue sólo la mano ejecutora, aunque muchos intereses se escondían detrás de esa acción, según sostiene el periodista y escritor Manuel Cerdán en su libro "Matar a Carrero Blanco: la conspiración". Los terroristas pudieron excavar un túnel en la calle de Claudio Coello, tiraron cable a plena luz del día vestidos con monos de trabajo y colocaron ocho kilos de goma-2. Hombre de costumbres rígidas y con escasas medidas de seguridad, ese 20 de diciembre el almirante se dirigía a primera hora a misa, como todos los días, en el coche oficial para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la calle Hermanos Bécquer, hasta la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle Serrano.
La tremenda explosión lanzó el vehículo a una altura de 20 metros hasta caer en el patio interior de la casa provincial de la Compañía de Jesús. El atentado causó la muerte del almirante y de los dos policías que lo acompañaban. Sus autores fueron los etarras José Ignacio Múgica Arregui, alias "Ezkerra", Pedro Ignacio Pérez Beotegui, "Wilson", y José Miguel Beñarán Ordeñana, conocido como "Argala", asesinado posteriormente en un atentado similar.
En cuanto a quien estaba detrás de la acción que desestabilizó el régimen y desbarató la sucesión del dictador, Cerdán, que se ha leído los 3.000 folios del sumario, plagado de errores "bestiales", asegura que la muerte del almirante beneficiaba a muchos: a la propia ETA, a la extrema izquierda, a parte del entorno de Franco o, más bien, de su mujer, a la URSS y a EE UU. El periodista apunta que a Washington no le gustó nada que Franco nombrara presidente a Carrero, ya que éste se oponía a la renovación del acuerdo de las bases americanas. Con Carrero ya en la tumba, Carlos Arias Navarro refrendó el convenio.
En esta línea, el periodista Ernesto Villar, autor del libro "Matar a Carrero", dice que, aunque la idea del atentado no surgió del régimen, desde éste se respaldó por acción u omisión. En este sentido, apunta que para perpetrarlo sus autores pudieron moverse por Madrid con toda impunidad, además de haberse ignorado todos los informes sobre los etarras. No faltan quienes defienden que el atentado pilló totalmente desprevenido a Estados Unidos.
Para aquel 20 de diciembre estaba fijado el inicio de un juicio excepcional: el proceso 1001/72 que se saldó con la condena a prisión de toda la dirección de Comisiones Obreras.
(INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE www.farovigo.es)

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