José María Gironella conocido autor de relatos acerca de nuestra
guerra civil escritos desde la óptica del bando vencedor publicó en 1963
‘El Japón y su duende’, una de las guías más acertadas sobre el País
Donde Nace el Sol, la única cultura milenaria ajena a la occidental que
ha sobrevivido al predominio de ésta, ocupando el largo archipiélago que
rasga el Océano Pacífico desde el Círculo Polar Ártico hasta el Trópico
de Cáncer. El libro recoge las experiencias del escritor durante un
viaje con su amigo Narciso Yepes que realizaba una gira de conciertos de
guitarra por ciudades japonesas. Al autor, de convicciones católicas,
le sorprende la casi nula presencia de su religión en un país donde
existían misiones desde que en 1613 la embajada Keicho acuerda con
Felipe III y el Papa Pablo V la implantación de éstas. Los Señores de la
Guerra (Shogun) alertados por las incursiones europeas en Asia deciden
pactar la aceptación de misiones siempre que se encomendaran a una sola
orden. Desde entonces los jesuitas han ejercido cierta influencia
cultural sin conseguir ningún tipo de incidencia en la espiritualidad
japonesa. Gironella entiende que esto se debe a que la moral tradicional
del pueblo japonés resulta incompatible con el rigor de la doctrina
cristiana.
Las costumbres tradicionales de Japón en materia de relaciones sexuales propician una cierta promiscuidad que la moral cristiana rechaza. Una de las manifestaciones de la sexualidad en esta cultura es el llamado Shunga, un estilo erótico que se desarrolla desde finales del siglo XVI hasta nuestra época y que produjo gran fascinación en Europa. Toulouse Lautrec y Picasso entre otros fueron conocidos coleccionistas de esta pintura. En los últimos años se han celebrado exposiciones de este refinado arte en los principales museos europeos, algunos de los cuales mantienen colecciones permanentes. Una pequeña muestra de esta expresión artística puede contemplarse en la bella exposición de José Alberto López y Ángeles Robles, en la Avanzada de Santa Isabel, la isla que en la bocana de La Caleta albergaba una Luz de Navegantes, y atrajo embarcaciones procedentes de las rutas orientales que portaban entre sus riquezas alguna pieza de este tipo de pintura que ahora podemos volver a ver.
JULIO MALO
Las costumbres tradicionales de Japón en materia de relaciones sexuales propician una cierta promiscuidad que la moral cristiana rechaza. Una de las manifestaciones de la sexualidad en esta cultura es el llamado Shunga, un estilo erótico que se desarrolla desde finales del siglo XVI hasta nuestra época y que produjo gran fascinación en Europa. Toulouse Lautrec y Picasso entre otros fueron conocidos coleccionistas de esta pintura. En los últimos años se han celebrado exposiciones de este refinado arte en los principales museos europeos, algunos de los cuales mantienen colecciones permanentes. Una pequeña muestra de esta expresión artística puede contemplarse en la bella exposición de José Alberto López y Ángeles Robles, en la Avanzada de Santa Isabel, la isla que en la bocana de La Caleta albergaba una Luz de Navegantes, y atrajo embarcaciones procedentes de las rutas orientales que portaban entre sus riquezas alguna pieza de este tipo de pintura que ahora podemos volver a ver.
JULIO MALO
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