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miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL GRAN OBSERVADOR

Últimamente estoy enganchado a Sherlock Holmes, lo leo hasta en el water. Hoy le ha tocado el turno a otra de sus aventuras: "La aventura del carbunclo azul". Es admirable como Arthur Conan Doyle, o su "alter ego" Sherlock, puede deducir de un sombrero extraviado  el tipo de persona que lo portaba con razonamientos fuera de lo común. Primero lo describe de esta manera: "Era un sombrero negro muy ordinario, del tipo redondo corriente, duro y muy gastado. El forro de seda había sido encarnado, pero estaba ya muy descolorido. No tenía el nombre del fabricante, pero había garrapateadas las siglas H.B. El ala estaba agujereada para colocar en ella un sujetasombreros, pero le faltaba la goma elástica. Por lo demás, estaba agrietado, extremadamente polvoriento, con manchas en varios sitios, aunque se había intentado ocultar los pedazos descoloridos manchándolos con tinta".
Y ahora, he aquí lo que Holmes deduce de él:
"Salta a la vista que su poseedor es un hombre eminentemente intelectual, y también que aún no hace tres años era bastante rico, aunque con posterioridad han caído sobre él días malos. Era un hombre previsor, pero ya no lo es tanto,  y existen indicaciones de un retroceso moral, y este retroceso, unido a que ha venido a menos, parece que actúa sobre él alguna maligna influencia, probablemente la bebida. Se puede atribuir  a esto el hecho evidente de que su esposa ha dejado de amarle. Sin embargo, aún conserva cierto grado de respeto por sí mismo. Es hombre que lleva una vida sedentaria, que sale poco, que está completamente desentrenado; es de mediana edad, de cabellos grises, que se ha hecho cortar estos últimos días, y se da en el pelo agua de cal. También es muy poco probable que tenga instalación de gas en casa".
Hasta aquí las deducciones del detective, ahora bien, ¿te atreverías tú a concluir el porqué
de las apreciaciones de Sherlock?

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