El día de ayer también transcurrió sin grandes sobresaltos. Fui a Alagón a mirar unos
zapatos y a comprar lotería. Me tomé un café en el “Riga” y, tras dar una vuelta
por la plaza, tiré un par de fotos a unos monolitos que han colocado allí con
unas placas dedicadas a las culturas ibera, romana, cristiana, musulmana y
judía, ésta última donada por la familia Hochman desde Venezuela. Tras las
esculturas, me llamó la atención un bar llamado “El Camino” con la silueta de la ermita del Rocío en el
frontal.
Volví a Bardallur, directamente al bar, para colgar algún
post en el blog; sin embargo, el ordenador me gastó una mala pasada y se iba y
venía sin ton ni son, así que lo dejé para la tarde, a ver si se asentaba.
Saludé a Luis Sierra, que me informó de la cantidad de buenos bares que habían
abierto en Zaragoza y nos tomamos unos
vinos con Santos –el de Urrea, el otro, el Santicos, anda por Madrid- y José
“Polito” y nos fuimos a comer, unos antes que otros pues en el pueblo se come a
la 1, más o menos. Después de descansar un rato, salí de nuevo al bar y ahora
sí funcionó la máquina. Subí unas cuantas entradas y me uní a la reunión que
veis más abajo. El Alfonso sacó dos tiras de panceta y nosotros queso curado y
una rastra de chorizo picante, además de una ensalada de tomate. Todo
desapareció en breves minutos. La gente se fue yendo y yo me quedé con mi
hermano Fer charlando de asuntos familiares, aunque a las 10 menos cuarto ya
estaba en casa. Cené -la merluza que me había sobrado del día anterior y que como ya comenté me había costado muy barata (1,99€)-, vi un rato la tele y, a dormir.
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