Manolo y Grace nos estaban esperando en el "Cuenca", uno de los restaurantes más afamados del pueblo -en la imagen, su espectacular terraza-. No era hora de comer, pero aún así, nos metimos unos "boletus edulis" al ajillo que quitaban el sentido. De allí, enfilamos por una empinada calle hacia el hotel. Tuvimos suerte y encontramos aparcamiento en la misma puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario