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martes, 28 de marzo de 2017

TRAS EL MOTÍN DE ESQUILACHE...

Mapa de los motines de 1766
y como ya os comentaba ayer, se desató una confusa lucha por el poder en el seno del grupo de colaboradores de Carlos III. Esquemáticamente, éstos se dividieron en "albistas" -así denominados por tener en el duque de Alba su inspirador, aunque no fuese el líder del grupo- y los "ensenadistas", partidarios del marqués de la Ensenada. El grupo "albista" estaba integrado por militares ambiciosos, como el cada vez más poderoso conde de Aranda y por regalistas tenaces, como Roda, Campomanes, Floridablanca, Moñino... 
Los seguidores de Ensenada, que contaban con cierto apoyo popular y con el de los sectores más politizados de la Compañía de Jesús, eran un obstáculo para los ambiciosos planes del primer grupo, pero desde el primer momento resultó evidente que los albistas tenían todas las de ganar. Uno de ellos -Roda- era ya ministro; Campomanes era el fiscal del Consejo de Castilla y Aranda, por su parte, parecía ser el único hombre capaz de controlar la situación en momentos en que se producían pequeños motines de subsistencia -provocados por el hambre causado por la carestía de los precios del pan, tocino, aceite...- en diversos puntos de la geografía española (en Cuenca, Palencia, Lorca, Guipúzcoa, Granada, etc.) que se fueron disipando poco a poco y ante la impasible actitud de las fuerzas del orden. Sin embargo, esas algaradas favorecieron a los "albistas" y subieron al poder. Campomanes, nombrado fiscal del Consejo de Castilla se empeñó en que los verdaderos instigadores del motín de Esquilache habían sido los jesuitas. Se les acusaba, además, de poseer grandes riquezas, apoyar al Papa, controlar la política eclesiástica, ser leales al marqués de Ensenada...y otros cargos más. por todo ello, un Decreto de 27 de febrero de 1767 los expulsó de España y de todos sus dominios confiscándoles  sus bienes.

Esta medida fue acompañada de otras reformas de las que hablaremos otro día.



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