Antes del uso del casco metálico, de cada 100 soldados
heridos en la cabeza, supongamos que 80 murieran y 20 quedaran heridos.
Después, con el uso del nuevo casco las cifras supongamos que se invirtieran,
de modo que 20 murieran y 80 quedaran heridos. A la vista está que el casco de
metal tuvo un gran éxito, pues aunque el número de heridos aumentara
considerablemente, también disminuyó el de muertos.
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