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viernes, 28 de septiembre de 2018

ARTÍCULO DE ALMUDENA GRANDES


La cronología es un elemento esencial para la verosimilitud de un relato. Si Fernando Grande-Marlaska habló de su opción sexual en una entrevista publicada en 2006, es inverosímil que Dolores Delgado se la revelara a Villarejo en 2009. Y hay más. En 2009, Villarejo no era ni más ni menos que un comisario de policía, y que una fiscal coincida con un policía es inevitable. Las dudas sobre el comisario brotaron en octubre de 2014, tras la detención del pequeño Nicolás, y sólo en 2015, aparte de comer con Casado, empezó a perfilarse como el despreciable corrupto que es. Puede acusarse a la fiscal Delgado de no haber advertido en 2009 la auténtica condición del condecorado comisario que se sentó a su lado en una comida, pero tampoco es verosímil vincularla a las cloacas de Interior seis años antes de que su existencia empezara a sospecharse.
El cruce de la cronología con la figura de Villarejo produce efectos fascinantes. En julio, sus grabaciones sobre el rey emérito se calificaron como el agónico ataque al Estado de un chantajista. En septiembre, se consideran una fuente lo bastante fiable como para que la exministra Montserrat, que se rompía las manos aplaudiendo a Rajoy cuando le pedía a Luis que fuera fuerte, exija a gritos la caída del gobierno. La curiosidad sobre una conversación privada, grabada sin permiso por un delincuente, no cesa, pero ninguna señoría se ha preguntado qué es moncloa.com, ni quien lo paga. Otros tampoco han reparado en que el pensamiento crítico es, ante todo, pensamiento, es decir, analizar los elementos de un relato en lugar de tragárselo sin masticar.

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