Desde el 20-N de 1975, llevo cuarenta y tres años conmemorando la muerte de Francisco Franco, que me robó la libertad de toda la infancia y la juventud sin resarcimiento alguno de las víctimas. Yo tenía casi treinta años cuando esta acaeció y lamenté profundamente que se produjera en una cama de hospital y sin haber recibido castigo alguno por su traición a la legítima República y por la crueldad con que  ejerció su mandato anti democrático desde el levantamiento armado militar en 1939 hasta esa fecha final en 1975, cuando firmó e hizo firmar a sus ministros las últimas cinco e innecesarias penas de muerte a casi un mes de su propio deceso, acabando con las manos manchadas de sangre lo que con sangre empezó por la forma como reprimió el levantamiento de Asturias y a los españoles leales a la legalidad durante la Guerra Civil y toda la Post-Guerra, hasta ese 1975. Ahora salen a la luz merced a numerosas investigaciones, y al poco cuidado que el poder absoluto le hizo tener al dictador en ocultar sus vergüenzas, emergen, digo, rastros inequívocos de su voracidad, espíritu de rapiña para sí y para los suyos y huellas inequívocas de como él y sus allegados esquilmaron el patrimonio material, artístico e histórico y espiritual de todos los españoles, lo que indica su verdadera ralea y el jaez que le fue propio durante su mandato.
Y por eso, este año en que tanta tinta ha corrido sobre su posible exhumación de la basílica de Cuelgamuros, conviene aclarar la naturaleza interesada de buena parte de sus seguidores y el carácter espurio de los mismos, más claramente que nunca presente y no como en los gritos del ritual fascista (¡Franco, presente! ¡Arriba España!) que sirven hoy de pauta a las interferencias y provocaciones de los golpistas de extrema derecha que persiguen la involución de nuestro sistema democrático y usan el sobresalto de la opinión pública para sembrar el terror en el país.
Sirvan estas líneas para atajar tantos intentos de sobresaltos otoñales y ayudarnos a distinguir las churras de las merinas en tiempos cuando se quiere revolver tantos ríos para ganancia criminal, ilegal e ilegítima de pescadores. Muerto Franco ¡Viva la paz de España y nuestra libertad!