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viernes, 19 de julio de 2019

BARDALLUR, 18-19 DE JULIO DE 1936


En un ejercicio de empatía e imaginación, regreso "in mente" al Bardallur del 18 de julio de 1936. Veo al alcalde Manuel Nogueras y a los concejales Antonio Gil, Joaquín Medrano, José Villar y Manuel Langarita acudir rápidamente al Ayuntamiento -donde habían celebrado el úlimo pleno el 4 de julio-  para analizar la situación y a los simpatizante y afiliados a la UGT yendo, también, apresurados a la Casa del Pueblo ("El Centro") y a la cantina del tio Julián.   Mientras tanto, los derechistas del pueblo se reúnen en el casino, también preocupados por lo que va a suceder y en casas particulares. Todos comentan lo que está pasando en España y seguro que ya conocen lo que ha ocurrido en el norte de África. 

Temen lo peor y esperan a ver qué ocurre en Zaragoza y que el masón general Cabanellas (en la imagen), defensor de la República y Jefe de la V División Orgánica, tome una decisión -pero algunos sostienen que había formado parte de la conspiración- por lo que, a primera hora de la madrugada del 19, el ejército ocupa las calles de la capital aragonesa y los centros de comunicaciones, centrales eléctricas, etc. 

A las 5 de la madrugada, una unidad sube por el Coso hacia la plaza de la Constitución y su comandante lee un bando declarando el estado de guerra e ilegalizando a los partidos republicanos y organizaciones sindicales (C.N.T., U.G.T.) considerando sus actos como delictivos.  Cabanellas ordena la detención de 360 directivos de partidos y sindicatos y se organiza el control de las comarcas principales, así que la presencia militar en Bardallur sería inmediata y, casi con seguridad, el 20, las fuerzas de Épila estarían en el pueblo hablando con los derechistas más destacados. El Ayuntamiento seguiría en funciones, al menos el alcalde,  hasta el 1 de agosto, día en el que, en una sesión extraordinaria, y bajo el control de las fuerzas militares de la localidad epilense, se disolvió, como consta en el acta de ese día y donde aparece la temblorosa firma del alcalde saliente Manuel Nogueras, como si vaticinase lo que iba a ocurrirle en breve (sería fusilado el 5 de septiembre de 1936, al igual que al resto de la corporación municipal a partir del 19 de agosto, excepto Manuel Langarrita, que se salvó de milagro).

1 comentario:

Anónimo dijo...

El tiempo acaba con todo, por eso cada vez tiene menos sentido pedir justicia, pero en ningún caso se puede perder la memoria, porque si no al final ya todo el mundo duda de todo y aparecen fuerzas como las de Vox que quieren hacernos creer que el día es noche y la noche día. El golpe militar contra el Gobierno legítimo está ahí y la feroz represión contra la gente por el método hecho de sentirse de izquierdas nadie la puede tapar.