Auto de fe de la Inquisición, de Goya
1834, se llevó a cabo la abolición de la Inquisición española. Ya durante el último cuarto del siglo anterior, la institución había sufrido un cierto declive, aunque otros dicen que hubo un período de acomodación o reconversión. Lo cierto es que, la invasión napoleónica a España, en diciembre de 1808 se prohibió la Inquisición mediante los decretos de Chamartín que se aplicaron en la España afrancesada, mientras que en la España «patriota» la abolición se produjo varios años después, por las Cortes de Cádiz el 28 de febrero de 1813.
Fernando VII desembarca en El Puerto de Stª Mª tras ser liberado de su reclusión en Cádiz en 1823
Pero, en julio de 1814 fue restaurada por el rey Fernando VII junto con todo el Antiguo Régimen al ordenar que «se quitasen de en medio del tiempo» los acuerdos de las Cortes; sin embargo, seis años más tarde, el 9 de marzo de 1820 fue de nuevo suprimida por el mismo rey, obligado por el triunfo del pronunciamiento de Riego en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) que restableció la Constitución de 1812. Tras la recuperación de sus poderes absolutos en octubre de 1823 —gracias a la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, que pusieron fin al Trienio Libera, Fernando VII no restableció la Inquisición pero, en su lugar, funcionaron en algunas diócesis unas Juntas de Fe -aunque, prácticamente, con el mismo fin-.
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Alegoría de la abolición de la Inquisición
En julio de 1834, se inició la regencia de María Cristina de Borbón, pues Fernando VII había fallecido y su sucesora, su hija Isabel II, era menor de edad, y el gobierno liberal moderado presidido por Francisco Martínez de la Rosa, aprobó un decreto cuya disposición primera decía: «Se declara suprimido definitivamente el Tribunal de la Inquisición». Fue la cuarta y última abolición de la Inquisición en España.
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