Transcribo, literalmente, el artículo de Moncho Alpuente en www.publico.es, ya que muchos de nosotros/as hemos pasado por lo mismo.
Letra y sangre
Estudiante durante más de una década en colegios de curas y de frailes, escuché, como quien oye llover a buen recaudo, numerosos y falaces argumentos contra la coeducación sustentados por todos los padres dela Iglesia (no existen madres de la Iglesia con peso doctrinal relevante). El demonio acechaba debajo de todas las faldas, por largas y tableadas que fueran. Lo que Dios había separado en el Cielo que no lo unieran los hombres en la Tierra. Así estaban las cosas hasta que la democracia, otro invento diabólico, decidió no subvencionar a los colegios segregacionistas ni concertar nada con ellos. No tardó mucho la jerarquía católica en vender su primogenitura por el apetitoso plato de lentejas de las subvenciones y de las concertaciones. Con el ánimo encogido y la mano desplegada, los colegios religiosos abrieron sus puertas a la coeducación mientras oraban y conspiraban para que las cosas volvieran a ser como antes. Díscolos y renuentes estos mártires presuntos que ya habían renegado de la separación de poderes entre Dios y el César alentaron peregrinos informes y discursos sobre los graves peligros de encerrar en las mismas aulas a las niñas y a los niños.
Niñas y niños convenientemente segregados recibíamos con sus correspondientes matizaciones las mismas enseñanzas. La religión prevalecía sobre toda ciencia. Darwin solo aparecía por allí, como un intruso indeseable, en los últimos cursos del Bachillerato. Eva no era fruto de la creación suprema sino una recreación efectuada a partir del ADN de una costilla de Adán, obra esmerada de un diseño inteligente y práctico, los frutos del árbol de la Ciencia seguían siendo venenosos. El “Amaos los unos a los otros” se sustituía por “la letra con sangre entra” o el “quien bien te quiere te hará llorar”. Tanto amor y tanta colleja, capón, palmetazo o bofetada no consiguieron enmendarme. En contra de lo que afirmaba mi profesor de Filosofía, sigo manteniendo que Jaime Balmes no es la cima más alta del pensamiento filosófico español, ni siquiera del catalán; hasta Wert estaría de acuerdo en ello. Hace tiempo que prescribieron los delitos de abusos y malos tratos que nos infligieron a generaciones y generaciones de españolitos, cristianos por una gracia de Dios. Casi todos los culpables estarán muertos o fuera de juego y sus sucesores han aprendido a meterse las manos en los bolsillos aunque sus doctrinas sigan maltratando el sentido común.
Los niños de hoy serán los dirigentes del mañana. Con esta máxima de San Pero Grullo como lema, la Iglesia Católica mantiene como irrenunciable prioridad, por encima de cualquier razón (sinrazón) teológica o doctrinal, su papel preponderante en la educación adaptándose al principio del sabio San Camaleón: lo importante no es el color que tengas que adoptar sino seguir cazando moscas a lengüetazos antes de que el Diablo las mate con el rabo.
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