El Almirante Augusto Miranda (1855-1920) y la marina mercante.
Jaime Antón Viscasillas y Alejandro Anca publicaron en 2012 El Almirante Don Augusto Miranda y Godoy. Marino, gobernante, hombre de ciencia y Senador del Reino,(Armesto
& Asociados. Madrid). Se trata de una documentada biografia
del que fuera Ministro de Marina en cinco ocasiones a principios del
siglo XX.
La actividad política del almirante Miranda tuvo una importante
repercusión legislativa en la marina mercante. Por iniciativa suya, se
promulgaron tres importantes leyes: "Reglamento del trabajo a bordo de
los buques de carga y pasaje" (1916; G.M. 12-10-1919), "Nuevas normas de
seguridad para los mercantes" (R.O. 23-2-1917) y el "Reglamento de
alojamiento para las tripulaciones de buques mercantes" (Gaceta de
Madrid, 16-9-1918).
Las Normas de 1917, establecidas en plena Guerra Mundial -de la que fue partidario de la neutralidad-, dictaminaban
la obligación de que todos los buques dispusieran de al menos un bote
salvavidas autopropulsado. También exigía que todos los buques de más de
500 toneladas contaran con una estación-radio de un alcance superior a
100 millas.
La historia de la implantación de la radio en los buques mercantes es
uno de los muchos aspectos pendiente de investigar. Curiosamente, se
trata de una historia que, yendo más allá del aspecto estrictamente
técnico, ilustra la actitud de los armadores. Estos fueron muy
reticentes, por el coste, a dotar a los buques de estaciones de
radiocomuniación. Tan sólo unos pocos, con criterios puramente
comerciales, suscribieron acuerdos con la casa Marconi para que se
instalaran radios en sus trasatlánticos. En 1912, tan sólo once buques
de la Trasatlántica y nueve de Pinillos contaban con estación radio. En
1914, eran setenta y dos. Al terminar el conflicto la radio se había
convertido en algo común en los grandes buques mercantes.
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