Ya está confirmado el aciago destino que comenzó a vislumbrarse
semanas atrás, aceptado como el único posible tras el ridículo
desplegado por el equipo en el Benito Villamarín. El Real Zaragoza es
nuevo equipo de la Liga Adelante. Sin eufemismos, de la Segunda
División. Un total de 15 jornadas sin ganar, La Romareda convertida en
un fortín excesivamente asaltable y la insistencia por desaprovechar
oportunidades para escapar del fuego han sido suficientes para que el
conjunto dirigido por Manolo Jiménez dé con sus huesos en un nuevo
descenso, el tercero en prácticamente un suspiro.
Pero más allá del desagradable resultado, lo único realista es que el
Real Zaragoza no puede seguir ni un minuto más de esta guisa. Decía
Manolo Jiménez en la previa al choque frente al Atlético que una ciudad
como ésta no merece un equipo así y no le faltaba razón. Empezando desde
el propietario, Agapito Iglesias, pero tampoco nos podemos olvidar de
señalar a cuerpo técnico y jugadores, incapaces de frenar una debacle
que, como los malos estudiantes, se ha dejado para última hora sin
encontrar éxito.
El zaragocismo como masa social debe plantarse y clamar a los cuatro
vientos que no puede más. Sin violencia, por supuesto, pero tiene todo
el derecho del mundo a criticar la gestión de un hombre que, más que su
empresa, parece estar maltratando un juguete comprado por capricho en
Navidad. Del que te cansas pronto y quizás termine escondido en la
esquina del trastero. Comenzó la temporada proclamando un supuesto paso
atrás, pero lo cierto es que nunca ha dejado de manejar desde la sombra
la entidad de la que es máximo accionista.
¿Y ahora qué? Se preguntan muchos. Después de mucho jugar con fuego,
el equipo se ha quemado. Además, el Real Zaragoza ha agotado la bala
importante de Manolo Jiménez. El andaluz ha reconocido en muchas
ocasiones que el banquillo de este club desgasta mucho y no ha sido
tampoco una campaña fácil, propiciada esta situación en parte por sus
declaraciones. Tampoco nadie puede engañarse ya con la palabra
“proyecto”, porque no lo habrá nunca con Iglesias al frente. Se avecina
un verano largo, muy largo, y en Primera o en Segunda, el objetivo
primordial debe ser recuperar la dignidad perdida.
(Editorial de www.aragondigital.es).
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