REGRESO AL HOGAR

Sé que os tengo abandonados. La causa, un viaje a Granada para ver a mi hijo Nacho. No me quise llevar la máquina para desconectar un poco. Granada estaba de feria -nosotros no fuimos-, y, además,  estaba engalanada para el Corpus, que allí lo celebran mucho.
El Nacho está terminando sus estudios de japo y está pensando en ir a Tokio a ver si encuentra algún curro en condiciones.
Las tapas granadinas cada vez son más grandes -te ponen huevos fritos con patatas para romperlos y mezclarlos, platos de migas con muchos tropezones, hamburguesas, morcilla, ensaladilla, carnes guisadas, arroces de todo pelo...- eso sí, un vino verdejo de Rueda y una caña, alrededor de 5 €.
Ayer sufrimos el trágico final de la liga que ha condenado al Zaragoza al abismo más abismal. Tantos años salvando el pellejo "in extremis" que ya le tocaba.
Estoy escribiendo este texto acabaito de llegar. Hemos venido por la Sierra de Cádiz, el campo está de un verdor exhuberante y el día con una claridad fuera de lo normal. La playa aquí, a abarrotar -hay mucho "mi arma" (sevillano) pues han tenido un gran puente por el Corpus y San Fernando, que es el patrón-.

(En la imagen, el hotel Victoria de Granada con su bandera española en torre de la cúpula -este hotel recibe ese nombre por aquello de "cautivo y desarmado...-, así que ya os podéis imaginar cuál es su clientela.