No me extraña que España ocupe de los peores lugares en todos los análisis del
sistema educativo. No se termina de acertar con el sistema porque cuando se
cambia de gobierno se cambia la ley. Y lo que hace falta es más dinero, más
respeto para los profesores y un apoyo decidido a la escuela pública. De esta
ley Wert hay algunas cosas que me parecen bien, por ejemplo que se garantice la
educación en español en todo el territorio nacional. No me parece mal que se sea
más exigente con los alumnos que disfrutan de becas. No tengo claro si es bueno
o malo hacer reválidas y exámenes por el estilo. Ahora bien, me parece fatal que
se haya concedido estatus preferente a la religión, que se haga un apoyo
enfático a la enseñanza concertada y que se permita la segregación por sexos en
centros sostenidos con fondos públicos. Por algo esta ley ha suscitado el
rechazo de todos los sectores educativos sin excepción plasmado en la huelga de
ayer.
Así que vaya mi solidaridad con los que secundaron o apoyaron la huelga de
ayer. Creo que la educación debe ser el lugar de integración social, de la
igualdad de oportunidades y del laicismo donde todos los niños y jóvenes
aprendan valores cívicos y se formen para ser los ciudadanos de mañana. Y eso
debe ocurrir en la escuela pública. Creo que hay que romper todos los conciertos
educativos para destinar esos fondos al sistema público además de aumentar el
gasto en educación. Ahora bien, detesto el oportunismo de algunos políticos de
la izquierda que se apuntan a la cabecera de la manifestación mientras llevan a
sus propios hijos a centros privados concertados o incluso a los colegios del
Opus. Hace 30 años, conviene recordar, era Secretario de Estado de Educación el
que hoy es secretario general del PSOE. Mientras tanto quién se acuerda ya de lo
de los ordenadores en los colegios, de los 1.200 euros por niño o de que
Andalucía es de las comunidades con menor gasto educativo de España. Pensemos
tan solo que Cádiz es la única ciudad andaluza donde la educación privada
concertada tiene más alumnos que la pública. Así que el movimiento se demuestra
andando: menos camisetas verdes y más medidas en defensa de la escuela
pública.
Fernando Santiago en www.diariodecadiz.es .
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