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jueves, 5 de febrero de 2015

DÍA 4.- LA “VISPRA” (Cont.).

 Haciendo brasas para asar los conejos.
 La Tere fue la afortunada de la rifa.
 Manolete en plena actuación.

 José "Polito", el Ciriaco y el Santos "El Pericotín".

 Espctadoras en el recital ranchero.

 La Horten, el Manolo y la Fina.
 Octavín "bandiando".

Hizo un día de ciercera heladora, así que me abrigué bien y me fui al bar para colgar algunas entradas en el blog. Tras esto, Manolo y yo subimos a Épila a comprar unos conejicos  para cenar el día 5 y un avío de puchero para ese mismo día de Santa Águeda. De allí, a Salillas de Jalón. En este pueblo ribereño venden unos dulces especiales que elaboran artesanalmente en un gran obrador que se han montado. Bajamos a Bardallur un par de minutos antes de las 12:00. Me dejó en la puerta de la iglesia y subí al campanario para “bandiar” las campanas. Las escaleras y el suelo del campanario estaban llenos de mierda de paloma e, incluso, había un nido con dos pichones. Como no subía nadie a ayudarme, empecé a voltear la campana grande mientras un empleado municipal tiraba los “güetes”. Cuando paré subieron la Pili. El empleado de antes –no sé cómo se llama- y, menos mal, el Octavín, un amigo de mi hermano Fernando –al que todavía no he visto por su trabajo, sí a Tere y a mi sobrina María- que está joven y fuerte y empezó a darles a las dos campanas a la vez con el  brío propio de los mozos. Yo me bajé con un subidón de autoestima espectacular, hacía más de 40 años que no bandeaba.   Manolo y yo nos fuimos al bar a tomar unos vinos. Llegó Santos que venía de un entierro en la nevada  La Muela. Sobre las 14:00, cada uno nos fuimos para nuestras respectivas casas. Me comí un pollo al ajillo que ya había preparado por la mañana y di una cabezada viendo la tele. De nuevo al bar y, de allí, al Pabellón para ver la actuación de Manolete. Allí, nos informó el Sr. Alcalde que, por razones de seguridad, se habían suspendido los actos previsto para la noche, es decir, la degustación de chorizo, longaniza y panceta y la hoguera. Gran decepción, esperemos que amaine el viento y se pueda prender sin riesgo. Cuando terminó la actuación mexicana –por cierto, bastante buena-, la Fina, la  Horten y nosotros dos bajamos a la Peña para preparar la cena. Tuvimos que esperar a que llegase el Luis Ángel –“El Chico Mariano”-  de su trabajo en la Opel. Hizo los conejos a la parrilla de forma excepcional. Nos fuimos al bar a tomar café y yo me vine pronto para casa, pues me había levantado a las 6:00 a.m. y mi cuerpo no podía más.

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