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miércoles, 16 de septiembre de 2015

MICRORRELATO (2)


Era verano, mitad de julio, para ser exactos; la hora, 9:30 de la mañana. Hacía calor, pero no excesivo. Llevaba ya un par de días  en  Bardallur y tenía ganas de practicar una de mis actividades favoritas, así que, preparé la bolsa de deporte donde guardaba los útiles de pesca y la amarré al soporte de la bicicleta. Até, también, a la barra, la caña de pescar de dos tramos que me había regalado un amigo portuense y enfilé el camino del río. Llegué al puente del Carrechal y me dirigí rápido hacia la caseta de Solares. Un poco antes de llegar, me bajé de la bici y atravesé el campo de Carato para llegar a mi punto de destino: El pocico del tio Caño -sitio del río que lleva el mote de mi abuelo materno por haber allí unos campos (La Roza) que administraba y poseía-. Era este sitio un punto de baño bastante profundo, es decir, que cubría; algunos mocetes del pueblo eran osados y llegaban a tirarse de cabeza. Desaté la bolsa y la caña y, tras preparar todo, arrojé al agua unos cuantos granos de panizo dulce, de ese que venden en latas, con el fin de cebar la zona y que acudieran las truchas. Era una pesca sin muerte, si picaba alguna, la devolvía al río (Jalón). Estaba yo ensimismado observando el ir y venir del corcho en el remanso cuando, de repente, oí a mis espaldas un ruido de ramaje proveniente del pequeño bosquecillo de ribera que hay en la zona. No le di importancia, pensé que sería un tafugo o algún otro animal, ave o mamífero, y seguí con mi actividad pesquera. Otra vez sentí el extraño movimiento vegetal producido, ya sin lugar a dudas, por un mamífero, además de gran tamaño, dada la intensidad de sus pisadas en los hierbajos y leña menuda caída de los olmos. Recogí  la pesca y me lancé por el camino de galería que va hacia la zona de más abajo. Entonces, algo de un tamaño descomunal salió de detrás de las tamarices y cruzó el río a gran velocidad para adentrarse en los campos de los Medicos de Plasencia. No supe a ciencia cierta de qué animal se trataba, ni jamás lo sabré,  pues no conté nada a nadie para que no se rieran de mi, pero yo estoy seguro que vi un bicho raro o ¿era yo el bicho raro?

(En la imagen, vegetación en la zona del "pocico").

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya veranito que has llevado! a este paso vas a ser el Iker Jiménez de Bardallur! A mí me pasó hará unos 5 años más o menos, paseando por el camino de Plasencia en dirección a Bardallur, mi madre y yo, vimos un animal, no muy claramente, que no supimos identificar, era cuadrúpedo, más grande que un perro grande, con un pelaje anaranjado, y se fue por los campos tranquilamente, lo más lógico es que fuese un perro, pero no lo era, nos quedamos perplejas y preguntándonos qué demonios era aquéllo. Y esto sí que fue real.
CMarín