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martes, 6 de octubre de 2015

MICRORRELATO (3)


Hace unos años, en pleno verano, decidí acercarme a "El Santo" para tirar unas fotos de la zona. Los hornos de yeso, los restos de las casas del poblado medieval de Turbena, el Barranco de la Muerte, el Castillo y la Ermita iban a ser los objetivos de los disparos. Dejé el coche en la era donde trillaba mi padre y nosotros jugábamos al fútbol y crucé la carretera por la parte del antiguo transformador. Subí campo a través hasta llegar al camino de la ermita y fui tirando las primeras fotografías. De repente, tuve la sensación de  que alguien me observaba a lo lejos. Me giré y, en efecto, en la esquina del edificio religioso próxima al Castillo apareció la figura de una persona alta y enjuta, con una vestimenta peculiar. Me dirigí hacia allí, pero al instante, vi como se desvanecía por detrás de la ermita, concretamente por la parte izquierda del ábside, donde están los contrafuertes.  Cuando llegué, di una vuelta alrededor, pero allí no había nadie. Subí por la ladera del castillo para ver si se había dirigido hacia el barranco, y oteé la zona arbolada por si se hubiese escondido tras alguna retama. No vi nada extraño, así que decidí bajar, no sin antes disparar desde el lugar a la ermita y a la derruida ventana del castillo que con tantos esfuerzos descubrimos en nuestras excavaciones juveniles. Cuando llegué al pequeño valle me vinieron a la memoria nuestras excursiones infantiles para ver como los buitres daban buena cuenta de los restos de los animales muertos que habían depositado allí los ganaderos del pueblo. Tiré de cámara unas cuantas veces a diestro y siniestro y me bajé poco a poco hacia la era donde estaba el coche pensando en el misterioso personaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El primero el mejor, los siguientes...........susto