EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, 23 de enero de 2016.
UN RIDÍCULO HISTÓRICO
José Luis CORRAL
UN RIDÍCULO HISTÓRICO
José Luis CORRAL
Tal día como hoy, un 23 de enero del año 1516, moría en Madrigalejo, en Extremadura, el rey Fernando II de Aragón. Cansado, enfermo y abatido, su vida se apagó dejando como heredera de sus dominios en la Corona de Aragón a su hija doña Juana, a la que las Cortes de Castilla y León habían proclamado reina de Castilla a la muerte de su madre la reina Isabel en 1504. Desde entonces, la más rancia historiografía españolista ha resaltado, y lo sigue haciendo, que Fernando el Católico fue el “hacedor” de España. No fue así. Fernando II dejó de usar el título de rey de Castilla la misma tarde de noviembre que murió su esposa, y aunque lidió para seguir siendo su gobernante, tuvo que salir de ese reino cuando en 1506 llegó su yerno, Felipe el Hermoso, que se convirtió en rey con el apoyo de la casi totalidad de la nobleza. Las Coronas de Aragón y de Castilla, unidas dinásticamente desde 1474, volvieron a separarse, y tuvieron al frente de sus tornos a monarcas distintos.
En realidad, nunca hubo una unión política, pues durante los treinta años de reinado de los Reyes Católicos ambas Coronas no tuvieron otra cosa en común que sus soberanos, porque siguieron manteniendo sus leyes, su fiscalidad y sus instituciones por separado. Es más, a la muerte de Isabel la Católica la mayoría de ciudadanos de la Corona de Aragón no quería la unión con Castilla, y los castellanos tampoco la pretendían. Ni siquiera el mismo Fernando el Católico, que pese a haberle prometido a Isabel en el lecho de muerte que nunca se casaría, apenas tardó unos meses en hacerlo con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia. Fernando II puso todos los medios, todos, para dejar embarazada a su segunda esposa, y lo logró, aunque el niño que nació apenas vivió una horas. Si hubiera sobrevivido, Castilla y Aragón hubieran tenido dos monarcas distintos, Juana en Castilla –donde las mujeres sí podían reinar- y Juan en Aragón –donde ellas no podían hacerlo-.
Hace un año el Gobierno de Aragón que encabezaba la señora Rudi puso en marcha un proyecto titulado algo así como “Fernando el Católico, el rey que imaginó España y la abrió a Europa”. Lo hizo como torpe, e ineficaz por completo, respuesta a la manipulación de la historia que se hace desde ciertos ámbitos de Cataluña. Hoy mismo el gobierno de Aragón que preside el señor Lambán, doctor en Historia, festeja en La Aljafería el V Centenario de la muerte de Fernando II de Aragón. Espero y deseo que no se haga el ridículo histórico en esta cuestión, como ya lo hizo su predecesora.
En realidad, nunca hubo una unión política, pues durante los treinta años de reinado de los Reyes Católicos ambas Coronas no tuvieron otra cosa en común que sus soberanos, porque siguieron manteniendo sus leyes, su fiscalidad y sus instituciones por separado. Es más, a la muerte de Isabel la Católica la mayoría de ciudadanos de la Corona de Aragón no quería la unión con Castilla, y los castellanos tampoco la pretendían. Ni siquiera el mismo Fernando el Católico, que pese a haberle prometido a Isabel en el lecho de muerte que nunca se casaría, apenas tardó unos meses en hacerlo con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia. Fernando II puso todos los medios, todos, para dejar embarazada a su segunda esposa, y lo logró, aunque el niño que nació apenas vivió una horas. Si hubiera sobrevivido, Castilla y Aragón hubieran tenido dos monarcas distintos, Juana en Castilla –donde las mujeres sí podían reinar- y Juan en Aragón –donde ellas no podían hacerlo-.
Hace un año el Gobierno de Aragón que encabezaba la señora Rudi puso en marcha un proyecto titulado algo así como “Fernando el Católico, el rey que imaginó España y la abrió a Europa”. Lo hizo como torpe, e ineficaz por completo, respuesta a la manipulación de la historia que se hace desde ciertos ámbitos de Cataluña. Hoy mismo el gobierno de Aragón que preside el señor Lambán, doctor en Historia, festeja en La Aljafería el V Centenario de la muerte de Fernando II de Aragón. Espero y deseo que no se haga el ridículo histórico en esta cuestión, como ya lo hizo su predecesora.
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