Buñuel sentía simpatía por la anarquía, pero no por los comportamientos arbitrarios y fanáticos de los anarquistas. Tener un título universitario podía ser objeto de sus iras, hasta el punto de "ir a dar un paseo" a la Casa de Campo" madrileña. En Barcelona, los anarquistas mataron al director y a los ingenieros de una fábrica metalúrgica por entender que los obreros podían hacerse cargo de la producción por sí solos. Estos fabricaron un camión blindado y lo mostraron orgullosos a un delegado soviético. Éste pidió una parabellum y disparó, perforando con facilidad el blindaje.
Se creía, también, según comenta Buñuel en "Mi último suspiro", que un grupo de anarquistas fue el causante de la muerte de Durruti en la madrileña calle Princesa, cuando se dirigía a auxiliar a las tropas que combatían en la Ciudad Universitaria. Estos anarquistas, que llamaban a sus hijas Acracia o Catorce de septiembre, no podían soportar la disciplina que Durruti había impuesto a sus tropas.
Tampoco era del agrado de Luis el grupo,teóricamente troskista, denominado P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Mrxista), organización nacida en Barcelona de la mano de Andreu Nin y Joaquín Maurín. De ideología antisoviética y, a pesar de formar parte del Frente Popular, fueron expulsados del gobierno por sus nefastas relaciones con la URSS, principal proveedor de armas de la República. Llegaron, incluso, a enfrentarse a tropas republicanas en las denominadas Jornadas de mayo barcelonesas. Socialistas y comunistas carecían, para ellos, de valor alguno.
Un día, por un republicano que había cruzado las líneas, se enteró Buñuel de la muerte de Federico García Lorca.
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