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martes, 31 de mayo de 2016

CENSURA DE LIBROS EN LOS PRIMEROS COMPASES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1)


De muchos es conocido que, en los primeros meses de la Guerra Civil española (1936-1939), el general Gonzalo Queipo de Llano era el jefe del Ejército de Operaciones del Sur. Aquel que empleaba la frase de "Dale café, mucho café", para dictar sentencias de fusilamiento, incluida la de Federico García Lorca, el 4 de septiembre de 1936 promulgó un bando sobre los libros que propagaban obras indecentes y revolucionarias, culpando a masones, judíos y marxistas de ello. La proclama constaba de 5 artículos. En el 1º de ellos, se declaraban ilícitos la producción, comercio, circulación y tenencia de libros, periódicos y toda tipo de impresos pornográficos, socialistas, comunistas, libertarios y disolventes, en general. En el 2º, se obligaba a editoriales, librerías y quioscos a entregar, en el plazo de 48 horas, todas las publicaciones prohibidas. En el 3º, también se instaba a particulares y entidades a hacer lo mismo. En el 4º, se especifica que, si las bibliotecas oficiales y los particulares necesitasen de los textos por motivos justificados, podrían utilizarlos bajo el permiso de la autoridad militar. Por último, el 5º artículo, hablaba de las sanciones y multas económicas que pudieran a carrear los incumplidores. Los falangistas, primero, pero también los requetés y los guardias civiles, fueron los encargados de las purgas y quemas públicas de ejempalres en las principales ciudades andaluzas, a veces incitados por las prédicas de exaltados misioneros de las órdenes religiosas.
Tres meses más tarde, el 23 de diciembre de 1936, se promulgaba el Decreto sobre recogida y expurgo de libros.
(En la imagen, Queipo utiliza la emisora Unión Radio Sevilla como aparato de propaganda).

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