Badajoz, 14 de agosto de 1936. Las tropas del coronel falangista Yagüe han entrado en la ciudad. Los soldados y falangistas van deteniendo a los combatientes y los refugiados. Ha comenzado la represión. Las víctimas son colocadas en filas en la calle Juan Bravo Murillo. Allí se las ata y se les conduce hacia la catedral donde se las asesina impunemente y se amontonan sus cuerpos en el suelo.
En la catedral se han refugiado unos cuantos republicanos, junto al altar mayor y el coro son detenidos por un grupo de legionarios. Se les obliga a arrojarse al suelo y se les traslada por la puerta de San Juan hacia el atrio. Los legionarios realizada su labor entregan los prisioneros a las tropas moras. Éstos comienzan a disparar a discreción, los cadáveres ruedan por las escalinatas y los heridos son degollados a cuchillo. Dos legionarios escuchan los disparos y regresan a la catedral se acercan a los moros y les conminan a detener la masacre.
El periódico francés “Le Populaire” publica el siguiente titular: “Los fascistas asesinan a la población de Badajoz”. La noticia del enviado de la agencia Havas nos habla de las ejecuciones en masa realizadas por moros y legionarios.
Otros defensores de la República son asesinados contra la tapia del cementerio, otros son enviados a la plaza de toros. Allí los presos son alojados en los pasadizos situados debajo de las gradas. De allí eran sacados de 20 en 20 al ruedo y fusilados por un pelotón de la Guardia Civil. Los cadáveres eran cargados en una furgoneta y trasladados al cementerio. Cuando la camioneta regresaba volvían a sacar al ruedo a otros 20 detenidos para comenzar la ejecución. Una rueda imparable en función del número de cuerpos que caben en la furgoneta.
Las horribles situaciones que se vivieron en la plaza de toros son dignas del infierno de Dante. Algunos de estos pobres desgraciados que habían caído en manos de los fascistas fueron lidiados, banderilleados vivos y asesinados en el coso. Todo esto ante la atenta mirada de señoritos, falangistas, terratenientes e incluso personalidades del clero.
Existen numerosas fuentes que citan el número de muertos que hubo en Badajoz, entre 2.000 y 4.000 personas pudieron ser asesinadas. Pero para muestra un botón. El propio general Yagüe, coronel falangista en la época que estamos tratando, en una entrevista concedida a John Withaker, corresponsal del New York Herald dijo lo siguiente:“Naturalmente que los hemos matado, ¿qué suponía Vd.? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos en mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿O iba a dejarlos a mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?”.
Muchos de estos asesinados fueron enterrados y quemados con gasolina en una fosa común, como ocurriría posteriormente en infinitos pueblos y ciudades de la geografía española. La barbarie se abría paso en la piel de toro.
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