BLOG DIVULGATIVO

viernes, 30 de junio de 2017

DE VUELTA A LAS ANDADAS

Me resistía a volver a escribir sobre nuestros ancestros, pero la deformación profesional ha podido con mi  voluntad divulgativa y, esta vez , voy a dar un salto hacia atrás -aunque no soy partidario del retroceso-salvo en casos como le que nos van a ocupar durante una pequeña temporada.

Empezaremos por el paso decisivo del hombre cazador, pescador, mariscador... y recolector de frutos y hierbajos silvestres a cazador esporádico, recolector en caso de hambruna, sobre todo en los gélidos inviernos, criador de cabras y otros animales, granjero y agricultor.
Como en Historia hay que andar con mucho tiento, pues cada día aparecen nuevos hallazgos de todos los calibres, diremos que hace 8, 9 o 10.000 años, los humanos experimentaron un cambio sustancial en su modus vivendi. La población mundial de humanos por aquellas fechas no excedería de unos 8 o 9 millones de habitantes. Un proceso gradual de siglos, convirtió al ser humano en un almacenista de alimentos: mataba animales, sí, pero solo los necesarios, el resto, los criaba y dejaba que se procreasen, obteniendo, además de la carne, pieles, lana, leche, huevos...; incluso llegaba a utilizar a alguno de ellos para usarlos en el trabajo. Recolectaba vegetales, por supuesto, pero ahora había aprendido a plantarlos y cuidarlos y podía disponer de ellos a su antojo. Pronto se convirtieron en pastores y agricultores, pero los pastos verdes escaseaban a veces y, por tanro, había que desplzarse con el ganado para alimentarlo. A este trasiego de un lado para otro se le denominó nomadismo (del griego pasto). Más complicada fue la horticultura. Requería muchas labores, cuidados fijos, cuidarla de los animales merodeadores, agua y trabajo en equipo. Una faena tediosa pendiente de un determinado lugar y de una climatología favorable. Esta cooperación requirió una convivencia para el desempeño de las funciones relacionadas y el hombre optó por vivir al lado de sus cosechas y construir pequeños poblados. Una vez autoabastecidos, podían intercambiar sus excedentes y/o dedicarse a otros menesteres: talladores y pulimentadores de piedras, mineros, fundidores, ceramistas, soldados, sacerdotes...todos ellos alimentados por os agricultores que contribuyeron al crecimiento de los poblados y convertirlos en ciudades, verdaderas cunas de las distintas civilizaciones que irán surgiendo en los próximos milenios.
(Continuará).

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