Pepe Garrido, 2ª generación de la familia que regenta uno de los bares más emblemáticos de El Puerto, dice adiós al negocio familiar y lo pasa a su hijo José Manuel y a su sobrino Manolo -"El Lolo", quienes desde ya, se han encargado de tirar para adelante el bar de la casquería y guisos más conocidos de la calle Misericordia e, incluso, de la propia ciudad.
Conocí "Er Beti" cuando llegué a mediados de los 70 del siglo pasado y, desde entonces, le he sido fiel. Entonces todavía estaba el padre de Pepe, Manuel, al pie del cañón y, junto a él, su hijo Pepe y Manolo Lores, yerno del propietario que, desgraciadamente, murió ya hace unos años -fumaba mucho-. Recuerdo las tertulias a puerta cerrada -de 4:30 a 8 de la tarde, más o menos, que nos tiraábamos de una sentada los mencionados -excepto el padre-, Víctor, el analista-farmacéutico y yo algún que otro viernes. Yo bebía por entonces "Viña Salceda", que en la casa lo compraban por cajas, mientras que el resto se decantaba por el "Quinta". Cuando llegaba la hora de abrir, Víctor y yo nos abríamos y ellos se quedaban allí a despachar, de nuevo.
También recuerdo la reforma -que buena falta le hacía, incluida la cocina- y como bromeámos -y bromeamos- con Pepe cuando puso la carta en inglés y le pedíamos que nos pusiera uan tongue o silvers u otraS palabrejas para designar la lengua estofada, los higaditos de pollo o la sangre guisada. También le criticábamos que había bajado el tamaño de las raciones de fabada, menudo, ajo, rabo de toro...Al final, se imponía la armonía y terminábamos tomando unas copas juntos, yo, ya pasado al blanco, a un verdejo excepcional que se llama José Pariente.
¡Buenos momentos!
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