Que en una democracia todo ciudadano tiene el derecho de exponer libremente su opinión, parece claro. No obstante, en determinadas circunstancias a aquellas personas que han desempeñado importantes cargos políticos, se les debería exigir cuando menos ciertas dosis de responsabilidad y de sentido común. Y si ha sido Presidente del Gobierno, más todavía.
Cada vez que veo a José María Aznar en los medios de comunicación impartiendo doctrina sobre cualquier aspecto de nuestra política, siento una mezcla de hartazgo, malestar y vergüenza ajena. Es insoportable su prepotencia, engreimiento, su estar por encima del bien y del mal. ¿Es un ser humano? ¿O quizá un ser enviado por la divinidad para caudillo de los españoles? ¿Pero quién es él con su trayectoria política para impartir doctrina a todos los españoles?
Art. completo de Cándido Marquesán:
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