BLOG DIVULGATIVO

lunes, 30 de octubre de 2017

LA SOCIEDAD ARAGONESA EN EL S. XVI (y 15)

POBLACIÓN Y COMERCIO

De forma fidedigna, la expansión económica y demográfica vivida por Aragón durante el siglo XVI generó una mayor demanda de alimentos que introdujo cambios sustanciales en su producción y comercialización. En primer lugar, destaca la expansión demográfica y urbana, fruto no sólo del crecimiento natural, sino de la presencia de fuertes flujos migratorios del Suroeste de Francia desde mediados del siglo hasta alcanzar su mayor auge entre 1580 y 1635. En segundo término, distintos factores económicos promueven los intercambios comerciales: la mejora de las comunicaciones, la consolidación de una burguesía nativa mercantil, el desarrollo de los mercados y las ferias (destacan las celebradas en Huesca, Barbastro, Daroca y Sariñena, en este último caso especializadas en el comercio de ganado) y la mayor estabilidad monetaria tras adoptarse en 1519 y 1528 la ley y peso de Castilla en las piezas de plata y oro acuñadas en Aragón  que facilitó el uso de las monedas castellanas en las transacciones. En respuesta a esta demanda, no sólo se generaron nuevas roturaciones en búsqueda de un crecimiento extensivo de la producción, sino que se aumentaron y mejoraron los sistemas de regadío en un claro afán por incrementar la productividad. Como resultado de estas iniciativas, la producción de cereal creció de forma generalizada, la vid se expandió en muchas poblaciones y el olivar en zonas de especial aptitud climática como Zaragoza, el Bajo Aragón y el valle del Matarraña  . Según revela el fuerte crecimiento de los rebaños de la Casa de Ganaderos de Zaragoza, estimado en un 80% entre 1516 y 1599, estimuló los usos pecuarios para incrementar así la cabaña ganadera en el reino.
                                    Vista de la ciudad de Zaragoza de Anton van de Wyngaerden en 1563


Además de abastecerlas de alimentos, el crecimiento de la producción agraria potenciaba por otras vías la expansión de las ciudades aragonesas, todas salvo Zaragoza caracterizadas por su modesto tamaño poblacional pero con claras funciones urbanas. Ricos comerciantes, nobles y clérigos se beneficiaban de forma directa de la recogida de diezmos, primicias y rentas señoriales pagadas por los campesinos, canalizada hacia las ciudades por distintos factores. Muchos nobles aragoneses dejaron el campo durante el siglo XVI para asentarse en Zaragoza, la capital del reino. Un gran número de clérigos se establecieron en catedrales, parroquias y conventos en el ámbito urbano. La actividad económica y el poder político asentó a comerciantes y otros profesionales liberales: abogados, notarios, juristas, médicos… Ciudadanos o infanzones, estos grupos sociales controlaban el poder municipal, monopolizaban y extraían los mayores beneficios del comercio de la producción agraria, en especial al crecer las exportaciones de materias primas como trigo y lana. El mayor consumo de bienes en áreas rurales generado por el crecimiento de la producción agraria incentivó la expansión de los talleres artesanales en villas y ciudades y sustentó la consolidación de la industria textil. Junto a estudiantes que se dirigían a estudiar a las Universidades de Huesca y Zaragoza o escuelas de gramática sitas en otras villas y ciudades, el amplio entorno rural proporcionaba mano de obra mediante un constante flujo de jóvenes emigrantes, que se asentaban en el medio urbano para trabajar como aprendices o sirvientes.

Así pues, pese a los Decretos de Nueva Planta que privaron a los aragoneses de sus privilegios forales, se puede considerar que el S.XVI fue una época floreciente, tanto para la economía rural y urbana, como para un aumento demográfico importante, potenciado por ese mejor nivel de vida y la entrada de extranjeros en nuestras tierras.

No hay comentarios: