LOS CULTIVOS.-
Como ya os comenté en la entrada 1 de esta serie, el cultivo mediterráneo (cereales, vid y olivo) eran la base de los productos agrícolas. Más tarde, se incorporarán otros productos traídos de América, como el maíz y la patata.
Los cereales se extendían a lo largo y ancho del reino. En el centro de la cuenca del Ebro, el trigo era el predominante, mientras que en las zonas más pobres (Pirineos, serranías turolenses...), la cebada, la avena y el centeno ocupaban el mayor espacio. Hay que reseñar que había un cultivo denominado panizo, conocido como "panizo negro", traído por los árabes de tierras orientales.
Los olivares y viñas tenían, también, gran importancia y ya eran famosos los vinos de Cariñena.
Pero había otros cultivos que no debemos dejar pasar. Uno de ellos era el azafrán, que hoy queda reducido a ciertas zonas de Teruel; sin embargo, en aquella época estaba extendido por todo el reino, especialmente por los Monegros, el Cinca, Bajo Aragón, Huesca y pueblos aledaños. Muchos pueblecillos de estas zonas vivían exclusivamente del azafrán y la ganadería.
Otro cultivo a tener en cuenta era la morera. Ya era conocida en la Edad Media, traída, como no, por los árabes desde Persia, pero esta "morera negra" no era de muy buena calidad y a los gusanos no les debían gustas mucho sus hojas, puesto que la calidad de la lana era baja. Las nuevas moreras que sustituyeron a esta especie, procedían de Francia y éstas sí eran del agrado de sus productores. La introducción de esta "morera blanca" fue la novedad más importante de la arboricultura aragonesa en esta época. La industria de la seda (sericicultura) empezó a florecer y, con ella, la textil, originando un aumento de la artesanía.
Otros cultivos de menor importancia fueron el lino, el cáñamo y el algodón, todos ellos en zonas de regadío, aunque a partir de 1625 el desarrollo del cáñamo para la exportación adquirió cierta relevancia.
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