Creo que se comete un grave error cuando, para denunciar el uso torticero e interesado de la llamada “crisis catalana”, se insiste en inscribirla en un plano casi fantasmal o premeditadamente “ideológico”, en el sentido de “falso” o “ilusorio”, como si todo se redujera a la voluntad de enmascaramiento de “los problemas reales” por parte de élites dirigentes que defenderían con cinismo consciente sus intereses engañando para ello, con trapos y consignas, a millones de catalanes y españoles. Que más de dos millones de catalanes quieran la independencia y España no tenga nada que proponerles es un “problema real”; y que millones de españoles sientan hostilidad hacia Catalunya, al mismo tiempo que apoyan la aplicación del 155, es también “un problema real”. ¿Cómo decirlo? En política sólo puede encubrirse un problema real con otro problema real, de tal manera que la crisis catalana, si sirve para “ocultar” el paro, la corrupción y la desigualdad económica, es porque “revela” -y agrava- un problema central, muy real, de nuestra historia común: su común fracaso.
Art. completo:
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/12037/espana-un-estado-sin-nacion/
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