Hoy tengo que ir a Cádiz a que me visen una receta en MUFACE y a reallizar otros asuntos burocráticos. Ahora mismo no llueve y el viento ha amainado, pero se espera que en breve vuelva de nuevo otro temporal a la zona; de hecho, la capital está empezando a dejar de verse con claridad desde la ventana de mi casa, signo inequívoco de que la lluvia es inminente. Las calles del casco antiguo de Cádiz son estrechas y umbrías y muchas de ellas dan a la Bahía, lo que hace que el viento se cuele por ellas como si fuera un cañón. Recuerdo que mi padre vino una sola vez por aquí y se vino conmigo a visitar la ciudad, a la par que yo iba a la Delegación de Educación por asuntos del cargo. Mi padre cogió un pasmo que casi se muere. Estuvo varios días encamado con fiebre altísima y, desde entonces, se resintió toda su vida, bueno, la poca que le quedaba, pues murió a los pocos años. Por si tenéis que venir a Cádiz por cualquier causa, tened cuidado con estas calles, sobre todo con las bocacalles de Antonio López y otras del Campo del Sur.
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