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miércoles, 16 de mayo de 2018

MIGUEL CABANELLAS FERRER

A mitad de mayo de 1938, la Guerra Civil continuaba en la zona levantina, aunque paralizada por la cantidad de lluvia que había caído en esos días. Mientras, Portugal había dado el visto bueno al régimen franquista y acababa de fenecer en Málaga, a los 66 años de edad, el general Cabanellas, el que, en su día, se había adherido a la conspiración y posterior pertenencia a los sublevados estando en Zaragoza como Jefe de la V División Orgánica y al que Mola tenía destinado como ministro de la Guerra. Al iniciarse la sublevación dispuso el despliegue de tropas en lugares estratégicos de Zaragoza y la detención de 360 directivos de los partidos del Frente Popular, incluyendo al gobernador civil, así como del enviado gubernamental general Miguel Núñez del Prado. Emitió un bando declarando el estado de guerra y ratificando sus ideas republicanas.
Los conspiradores habían previsto que para dirigir el movimiento se constituyera un Directorio Militar presidido por el general José Sanjurjo, pero éste muere el 20 de julio de 1936 en un accidente de aviación, por lo que acuerdan formar la Junta de Defensa Nacional, que sería el órgano supremo de los sublevados, por acta del 24 de julio de 1936, en la cual además se designa como su presidente a Cabanellas​ que en ese momento era el general de división más antiguo entre los sublevados. Esta presidencia tuvo un carácter casi simbólico con escaso poder real y, de hecho, el nombramiento le apartó del mando efectivo de las tropas.
Dos semanas después firmó un decreto por el cual la bandera tricolor (roja, amarilla y morada) establecida por la Segunda República Española fue reemplazada por la bicolor (roja y amarilla) que fuera introducida en España por Carlos III.​
El 21 de septiembre de 1936 se realizó en Salamanca una reunión en la que la Junta debía tratar acerca del establecimiento de un mando militar único que evitara fricciones como las producidas en los dos meses transcurridos, lo cual fue aprobado con la oposición de Cabanellas. A continuación se votó la designación y es elegido Francisco Franco (que había estado a sus órdenes en África) como geeneralísimo, manifestando Cabanellas, que se abstenía de votar dada su posición contraria a la medida: «Ustedes no saben lo que han hecho» —dijo el general a sus colegas que entronizaron a Franco como mando militar supremo— «porque no le conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el ejército de África, como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando... Si ustedes le dan España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra o después de ella, hasta su muerte». Acertó de pleno.
Algunos autores especulan que no tuvo mando de tropas por su pertenencia a la masonería; sin embargo, otros sostienen que con ello Franco quería restarle todo poder.​ La primera medida de Franco fue apartar a Cabanellas de todo poder real nombrándolo inspector general del Ejército, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento en 1938. Inmediatamente tras su muerte, Franco ordenó la requisa de todos sus documentos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El apoyo de Cabanillas a los golpistas fue decisivo para que Zaragoza cayera en manos de los fascistas con la consiguiente represión hacia los republicanos que a acabo con la vida de multitud de ellos. Para el que esté interesado puede leer el libro del profesor Casanova “ El pasado oculto “