Ya os comenté que en tres ocasiones salimos de maniobras fuera de la provincia: Valverde del Camino, lleno de eucaliptos con tierras yermas; Viator, en Almería, desierto auténtico como los del oeste americano y plaza de España de Sevilla. Dentro de la provincia y, como uno de los actos de la feria del caballo, también participamos como soporte en un raid de caballos por la campiña jerezana. En el cuartel, los de artillería que había al lado nuestro, de vez en cuando sacaban las piezas y pegaban unos cuantos petardazos de fogueo para entrenamiento.
En una fecha que no recuerdo, la familia Fau me dijo que ya no podía alojarme en su casa. El abuelo llegaba y yo tenía que salir, así que, con tal de no volver al cuartel, malviví en una buhardilla de la plaza Plateros que entre unos cuantos soldados habíamos alquilado para los fines de semana.
Un día llegó la fecha esperada de las oposiciones. Junto a otros cuatro opositores, uno de ellos un Carrascosa de los de Soria, fuimos al primer examen, el escrito, en el Aula Magna de la Facultad de Medicina. Yo tuve la fortuna de aprobar, no así el resto de los que venían conmigo, así que me quedé sin medio de transporte y, cuando llegó el examen oral, tuve que ponerme a hacer autostop en Cuatro Caminos para ir a Cádiz. Afortunadamente, antes paraba la gente y no tuve dificultad en llegar. Lo malo es que no pude hacer el examen debido a la enfermedad de uno de los miembros del Tribunal. Tuve que volver a Jerez haciendo dedo, de nuevo, esta vez desde el Puente de Carranza y en un camión de Pikolín. A los dos días, volví por el mismo método. Para colmo, yo era el primero en examinarme y estaba como un flan y más cuando vi a Doña Elisa, una inspectora monja seglar que llevaba fama de dura formar parte del Tribunal y que, además, no paraba de escribir. Volví de nuevo en autostop, esta vez, en una vespa. A los dos o tres días me enteré que, milagrosamente, había aprobado y en el cuartel me dieron permiso para hacer las prácticas que las llevé a cabo en un colegio del barrio de la Paz. Como eran varios días, alquilé con otro compañero una habitación en una cutre pensión de las muchas que hay en Cádiz y allí aguantamos hasta que yo me cambié a un hotel más presentable.
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