Por su parte Antonio de Orleans ya era un hombre de edad más que madura para su época (en la imagen). Había conseguido, por lo menos, que su hijo Antonio se casara con la hermana del rey, parecía que el trono se seguía resitiendo a pesar de sus constantes esfuerzos. El duque de Montpensier se dedicó sobre todo a la administración de sus posesiones y a las actividades culturales. A sus propiedades en España había que añadir las que poseía en Francia (Randan, varias casas en París y un palacio en Cannes) y en Italia, como legado de la duquesa viuda de Galliera, propiedades en torno a Bolonia y Ferrara, el palacio Caprara, varios castillos y una renta anual de 600.000 liras. Antonio de Orleans se convirtió así en el miembro más rico de la Casa Real española.
Durante la regencia de la reina María Cristina el duque de Montpensier siguió intrigando para ser nombrado regente, pero su época ya había terminado.
Durante los siguientes años participó en numerosas actividades en el extranjero representando a la Casa Real española. En 1886 convirtió su propiedad Torre Breva de Sanlúcar en un terreno de cultivo de vides. En 1889 regresó a su palacio de San Telmo de Sevilla, falleciendo el año siguiente de un ataque de apoplejía en la finca antes mencionada, siendo allí enterrado transitoriamente.
A partir de entonces su viuda, Luisa Fernanda, se dedicó al duelo y a las misas y rezos. Falleció en 1897. Luisa Fernanda fue enterrada en El Escorial junto a su marido y varios de sus hijos. Dejó San Telmo a la diócesis de Sevilla para que se convirtiera en un seminario -hoy es la sede dela Junta de Andalucía-. Legó el edificio de San Diego, que había sido un convento franciscano, con sus jardines, a la ciudad de Sevilla, lo que hoy conocemos como el Parque de Mª Luisa (en la imagen).
La mayoría de los bienes del duque de Montpensier pasaron a manos de su hijo Antonio.
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