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jueves, 30 de mayo de 2019

LA INDEFENSIÓN


No, no se trata del título de una serie o de una película, estoy hablando de la situación a la que se enfrenta el profesorado en el desempeño de su labor docente.

Según el sindicato ANPE (Asociación Nacional del Profesorado Estatal), centrándose en los 2.179 casos atendidos por El Defensor del Profesor en el curso 2017/2018, el 44% corresponde a profesorado de Primaria, el 39% a Educación Secundaria, el 7% a Infantil y el resto se reparte en otras enseñanzas.

En cuanto a la tipología de los casos atendidos, se distinguen los correspondientes al alumnado, los que provienen de la interacción con los compañeros y compañeras de profesión y los relacionados con las familias, todos ellos, además, agravados por la utilización de las redes sociales (stickers, grupos de whatsapp, facebook, twiter, instagram...):


  • En cuanto al alumnado, hay que destacar un leve incremento de las agresiones a profesores, que aumenta del 12% al 13%, y problemas para dar clase, del 20% al 21 %, mientras que se reducen significativamente las situaciones de ciberacoso.
  • Por lo que se refiere a las familias, se mantienen estables la mayoría de variables recogidas. Sí se observa un ligero aumento de faltas de respeto, que pasan del 25% al 26%.
  • En lo relativo a los problemas relacionados con los compañeros y compañeras, se observa un aumento en las situaciones con la aplicación del Reglamento de los centros y con los equipos directivos, que están relacionados, en la mayoría de los casos con los conflictos anteriores. Los demás problemas permanecen estables.

Las consecuencias de las situaciones destacadas conllevan un importante coste emocional para el docente, lo que en muchas ocasiones acarrea un deterioro de la salud mental del profesorado. El 74% de los casos atendidos presentaban unos niveles de ansiedad impropios de la tarea a realizar, un 13% mostraban síntomas depresivos y un 11% estaba de baja laboral, hay que destacar que 16 personas se han visto obligadas a dejar la docencia. Estos datos trascienden al propio docente, puesto que un profesor con estado emocional alterado, además del sufrimiento personal que debe soportar, reduce significativamente su rendimiento profesional, lo que disminuye la calidad de la educación. En este sentido, las bajas laborales generan un coste para la administración y una modificación de la propuesta pedagógica para el alumnado. El daño lo producen unos pocos y, sin embargo, las consecuencias se extienden hacia toda la comunidad educativa y en especial al alumnado con el que interactúa el o la docente que ha sufrido la agresión física, verbal o de otro tipo.

¡BASTA YA!
(Continuará)

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