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miércoles, 5 de junio de 2019

LA INDEFENSIÓN (2)


Somos (o son, pues yo soy muy escéptico) propensos a creernos cualquier cosa que se nos dice oral o gráficamente como si se tratase de algo infalible. Lo hemos podido comprobar en las últimas campañas electorales que han estado plagadas de mensajes falsos que, como ya he dicho, nos hemos creído a pie juntillas, sin contrastar, sin preguntarnos si esas misivas que nos han llegado por los diferentes medios eran o no eran verdad. Hemos descubierto que hay gente especializada en la desinformación, en el sesgo de la misma, en la tergiversación, en el fuera del contexto...en una palabra, en el engaño, la falsedad intencionada. Pero no siempre es en un contexto electoral cuando se producen estas situaciones que, a veces, son un insulto a nuestra inteligencia. 
Es muy común, demasiado frecuente, diría yo, que en el ámbito escolar se produzcan casos en los que los padres crean categóricamente lo que dicen sus hijos que han oído en su clase u otras  dependencias educativas de boca del alumnado o del profesorado o, lo que escribe un miembro de un grupo de whatsapp a través de un mensaje -no sabéis, o sí, el daño que hacen estos grupos al personal docente, lo que circula entre ellos es, a veces es aberrante-. Aunque cualquier otro medio vale para divulgar una noticia falsa, abultada, exagerada...y que se extienda por la aldea global, bien sea de forma inconsciente o sabedor de lo que se hace, sin tener en cuenta el daño moral que infringen a la persona cuestionada.  Lo que quizá desconozcan los que expresan ciertos comentarios es que es fácil sobrepasar la raya de la libertad de expresión y  cometer un delito, como le ha ocurrido recientemente al teutón voxero Hermann Tersch, que ha perdido un juicio por acusar al padre de Pablo Iglesias en un twit de encubrir un asesinato de un guardia civil en 1973 -Iglesias padre estaba en la cárcel en aquellos tiempos- y ha sido condenado al pago de 15.000 euros por "intromisión ilegítima y una vulneración del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen",  además de sufragar las costas, publicar la sentencia en la red social y correr con el coste de eliminar los tuits y todo su rastro en los buscadores de Internet. Así que, o conoces todas las versiones, como dice la imagen que ilustra esta entrada, o ¡cierra la boca! y, añado:¡o atente a las consecuencias!

J.I.D.

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