Destacó por su simbolismo, la acción que varios personajes
ilustres zaragozanos poseedores de la Medalla de Oro de la Ciudad realizaron
donando esta condecoración, respondiendo así al llamamiento a hacer entregas
de oro que el alcalde nombrado tras el golpe de Estado, Miguel López de Gera,
hizo para beneficio del tesoro de los sublevados. Ex-alcaldes, pedagogos, doctores en Filosofía, escritores, abogados, periodistas, científicos... colaboraron de pasiva, otros prefirieron entregar dinero u otros objetos valiosos y no entregaron la medalla. Al menos en los casos de aquellos intelectuales que, aparte de cumplir con los requerimientos prácticamente obligatorios de dinero y oro, prefirieron mantenerse al margen de los acontecimientos; ello no implicaba necesariamente una adhesión convencida a los métodos fascistas. Aquellos individuos de elevada educación pertenecían a una clase social privilegiada, muy distanciada de las clases trabajadoras de la ciudad, e incluso de las clases medias. Para esos grupos, era una inclinación casi natural adoptar una postura política conservadora, pero ésta, a la altura de 1936, en el contexto de una crisis de dominación, estaba fuertemente entrelazada con el más radical fascismo. Con la guerra, en un contexto de cruel represión y de omnipresente, fanática y virulenta propaganda, si se pertenecía al imbricado tejido social burgués de la ciudad, resultaba muy difícil, incluso poco recomendable o peligroso, no dar muestras de colaboración con el ejército rebelde que dominaba Zaragoza.
Sin embargo, algunos se posicionaron y se volcaron plenamente en apoyar la destrucción armada de la II
República, mostrando gran entusiasmo y aportando toda su capacidad individual
para construir las bases ideológicas de la nueva etapa fascista. Desde la
Universidad de Zaragoza se canalizaron algunas de estas aportaciones, y aquí,
por su relevancia, nos referiremos concretamente a dos, las de dos catedráticos
de la Facultad de Derecho: Miguel Sancho Izquierdo y Luis del Valle Pascual.
Miguel Sancho Izquierdo destacó por su ultracatolicismo. Diputado por la CEDA en 1933 y 1936, durante los años bélicos apoyó activa e ideológicamente al naciente régimen franquista de lo que son una muestra sus libros El corporativismo: los movimientos nacionales contemporáneos (1937) e Ilustración popular del Fuero del Trabajo (1938). Más tarde llegaría a ser rector de la Univesidad y consejero de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y La Rioja.
Por su parte, Luis del Valle Pascual fue discípulo conservador y autoritario del krausismo finisecular, cuenta con obra prolífica en materia de sociología, derecho político y teoría del Estado, figurando entre los autores que con mayor tesón se entregaron a la legitimación de la dictadura franquista desde su arranque totalitario hasta su ornamental reconversión en 1945.
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