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viernes, 11 de octubre de 2019

LAS CALLES REPUBLICANAS DE BARDALLUR


Para los olvidadizos y los que no lo leyeron en su tiempo, Bardallur tuvo, durante la II República una calle dedicada al que fuera uno de los cuatro presidentes de la efímera I República Francisco Pi y Margall. Se trata de la actual calle Escuelas, antes Barrio Curto. También hubo otros nombres para el resto de calles y plazas dedicadas a: Blasco Ibáñez (actual Turbena, antes Alta), famoso escritor, periodista y político valenciano; Pablo Iglesias (Baja),  fundador del PSOE; Nicolás Salmerón -también presidente republicano- (BarrioVerde); Joaquín Costa (Mayor, antes Barranco), eminente jurista, político, economista e historiador montisonense;  Plaza de la República (España) y Plaza de la Libertad (Plaza Escuelas). Esta decisión se tomó en el pleno del Ayuntamiento celebrado el 11 de enero de 1934, siendo alcalde Manuel Nogueras Jaca. Poco durarían como ediles los firmantes en este pleno, pues tras la Revolución, también denominada Huelga General Revolucionaria de Asturias, Cataluña y otros puntos de España del 5 al 19 de octubre de 1934, fueron cesados de sus cargos. Volverían en 1936 con el triunfo del Frente Popular y cuando llegó la infausta guerra civil fueron fusilados (excepto Manuel Langarita, que se salvó gracias al cura, refugiándose en Boquiñeni, y Guillermo Langarita, que había fallecido en octubre del 34). Así que, todo lo que predicaba Pi y Margall se fue al garete (de la expresión marina francesa être égaré -andar extraviado, sin rumbo).
Los nombres de las calles volvieron a cambiar, pero eso lo recordaré otro día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De los personajes a que corresponden los nombres de las calles en la II República, hay dos que, cuando los estudié, me fascinaron. Vicente Blasco Ibáñez, más aún que por sus obras literarias, por su proyecto de crear colonias en Argentina, aunque fracasaran. Poblaciones de Valencia que no existe en la actualidad, y Cervantes que si existe.

Nicolás Salmerón, que renunció como presidente de la I República para no tener que firmar penas de muerte.