Foto de JMTP
Don Alfredo Gómez García, de 62 años de edad, era el médico del pueblo y vivía en la calle General Franco, 17. Cuentan que era un bonachón y que sus "recetas" solían ser borrajas y tortilla, o “mate usted una gallina y désela de comer a su hijo, junto con el caldo, que está en crecimiento el chaval”. Siempre iba tocado con un sombrero. Tenía dos hijos de su primer matrimonio. Uno de ellos un famoso cirujano en Madrid que su padre, cuando se presentaba un enfermo complicado en el pueblo decía. “No se preocupe que mi hijo viene al pueblo dentro de pocos días y vendrá a visitarlo”. En segundas nupcias se casó con doña Nicolasa -vivió sus últimos años en la calle Calvo Sotelo- y de ese segundo matrimonio nació Pilarín Gómez, una joven que, además de guapa, era muy buena persona. Ejercía de enfermera en Madrid, pero cuando venía al pueblo y no había practicante, ella se encargaba de poner las inyecciones. Además dejaba su tocadiscos a la juventud del pueblo para hacer baile en la replaceta del Ayuntamiento.
Don Alejandro Belver (Belber en el censo) Martín, practicante de 43 años. Vivía en la calle Calvo Sotelo, 25. Ejercía también de barbero (más de una vez me pinchó -todavía recuerdo el fuego azulado del alcohol que esterilizaba las jeringuillas- y peló). Tenía un hermano que se llamaba Casimiro, también practicante. Su hijo José, más conocido como Pepito y con la misma profesión, estuvo casado con Consuelo Galindo, hermana de Simón, Faustino y Emilio.
Los que figuran como industriales eran mi tía Petra Martínez Seral, hermana de mi abuela Joaquina. Vivía en la plaza, donde tenía una tienda de artículos varios. Era la madre de Manuel Lázaro Martínez ("Manolín"), marido de Mª Carmen Urbano.
Miguel Domínguez Echevarría, procedía de Plasencia de Jalón, tenía 26 años y vivía en Calvo Sotelo, 4. También tenía una tienda de comestibles y carnicería. Estuvo casado con mi tía María, madre de Mª Carmen y José Miguel y abuela, por tanto, del actual alcalde.
En la calle Calvo Sotelo, 8, estaba la tienda de artículos varios de Aurelia Lahuerta Bagües,de 50 años. Era la bisabuela de Vicen, administrativa del Ayuntamiento. Todavía la veo sentada en un sillón junto a la mesa camilla de su tienda de la calle Baja. Por último, Manuel Lázaro Martínez, de 51 años, y residente en la calle José Antonio, 4, regentaba el café conocido como el del "tio Manolín", donde pasé cientos de horas. Era el abuelo de Pablo Medrano.
(Colab. B.S.)
(Continuará)
2 comentarios:
D. Alejandro, el practicante, cuando venía a ponerte la inyección, lo sabías porque nada mas entrar a casa batía las palmas y aquel sonido te ponía ya en tensión. Y tb me acuerdo del azul del alcohol y de la aguja, que sería normal supongo, pero yo la veía como para un caballo!! Todavía los veo a todos los que has nombrado como si fuera ayer!!👍👍👍
CMarin
Las agujas, entonces, no eran desechables. Habían de ser duraderas.
Había un dicho que decía: "Eres como las agujas de los hospitales que sirves para todos los traseros".
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