Mal deben andar en la derecha, en la extrema derecha, en la derecha extrema, en la ultraderecha y otras variedades de razas semejantes, para recurrir a las catacumbas en las que se refugian.
Les aconsejo, si les pete, que lean el informe sobre el 8-M del forense -un apasionado legionario de Cristo, como varios ministros de Aznar- que ha entregado a la señora jueza que lleva el caso. Magistrada que ya guarda en su mesa de trabajo el cúmulo de sofismas, falsedades y fantasías anticientíficas que elaboró un selecto grupo de guardias civiles.
La prensa cavernaria lo tiene aún peor, que hasta echan mano de las mentiras más burdas, como una supuesta aceptación de denuncias contra el Gobierno en el Tribunal Internacional de la Haya por genocidio, que pone en pie al ciudadano más templado. Que lo cuente Eduardo Inda en su panfleto, pase, que lo destaque el periódico centenario solo puede deberse a un ataque de pánico.
Todos ellos podían dedicar esos esfuerzos a saber qué hizo Díaz Ayuso en las residencias de ancianos. Un ejemplo.
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