Tras la guerra de Sucesión española, el primer Borbón centralizó todo el poder y, como ya sabemos, dejó a los territorios de la Corona de Aragón sin los seculares privilegios que poseían y, claro, la circulación de monedas no podía ser menos. Así que uno de los reyes más zumbados que ha tenido España, nos dejó en pañales en muchos aspectos jurisdicionales y políticos por la aplicación de los Decretos de Nueva Planta y, su postiza cabellera, al más puro estilo francés, apareció en las monedas.
Es cierto que, como dice un desconocido en un comentario de ayer, se pasó del negro al color, pero salimos trasquilados en otros aspectos importantes, además de los mencionados. ¿Os acordáis del Tratado de Utrech? Pues eso.
En los primeros años del siglo XVIII se fabricaron dinerillos a nombre del archiduque Carlos, que reinó contendiendo con el Borbón hasta 1710; las monedas más antiguas se limitaron a sumar un I a los cuños de Carlos II, pero luego se añadió en el reverso el blasón de las cuatro cabezas de moro, mientras que la cabeza del archiduque se presentaba coronada o desnuda.
Tras salir victorioso de la guerra, la moneda castellana se iba a imponer en toda España
El 9-VI-1728 ordenaba el rey que cesase la labra de monedas con tipo aragonés, aunque en realidad hacía tiempo que no se acuñaba, y el 16-VII-1730 se prohibía toda fabricación en la ceca de Zaragoza.
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