Cuando vamos a Zaragoza y tenemos oportunidad, no gusta tomarnos una cerveza y un pintxo en la barra del Boston. La amplitud del hall, la estructura interior, el trato de los camareros, incluso el precio, es de lo más agradable. Desde luego, casi siempre que vamos a comer al chino de enfrente, solemos quedar allí con mi primo Marín and family.
Ahora es noticia por haberse rebajado una estrella para adquirir más competitividad. A mí me da igual, la barra siempre estará en el mismo sitio.
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