Veamos ahora la segunda parte de la religiosidad bajomedieval, la que trata sobre las herejías. Un hereje era un miembro de la Iglesia católica que, aun manteniendo la fe, no estaba de acuerdo con algunas doctrinas emanadas de Roma. Los herejes más célebres por sus repercusiones políticas fueron los albigenses o cátaros en el mediodía francés.
Para combatir estos movimientos se creó en 1230 la Inquisición, una institución que estuvo a cargo de franciscanos y dominicos, por estar mejor preparados teológicamente y por su supuesto rechazo a las ambiciones mundanas. Dos inquisidores con la misma autoridad -nombrados directamente por el Papa- eran los responsables de cada tribunal, con la ayuda de asistentes, notarios, policía y asesores. Los inquisidores fueron figuras que disponían de imponentes potestades, porque podían excomulgar incluso a príncipes. En estas circunstancias sorprende que los inquisidores tuvieran fama de justos y misericordiosos entre sus contemporáneos. Sin embargo, algunos de ellos fueron acusados de crueldad y de otros abusos.
Si deseáis más información sobre la Inquisición, pinchad abajo:
http://www.mgar.net/var/inqui.htm
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