Cena en Aponiente. Antes, un paseo con Ángel León por los esteros. Su
proyecto de convertir el entorno del Molino de Mareas en una Babilonia
sostenible se encuentra amenazado por el populismo sureño. Detrás solo
late el viejo conflicto entre el genio y la envidia igualitaria. La cena
es la mejor, y llevo bastantes desde los míticos años del Tambuche. Van
pasando, como ya es dorada costumbre, los mejores vinos de Andalucía.
Pronto, como Juan, ya solo beberé champán y jerez. La experiencia en
Aponiente se acerca ya peligrosamente a la de El Bulli. La misma
expectación, la misma alegría y la misma sorpresa infantil y
deslumbrada. Y con algo a favor, que es la intensidad. Este es uno de
los no muchos lugares donde el menú largo y estrecho está absolutamente
justificado. Algunos de los platos, como un monumental guiso de morena,
no resistirían ir más allá de la medida del bocado. Bueno, en realidad,
no lo resistiría el hombre, ser imperfecto y mediano, muy por debajo de
la inmensa categoría del plato.
Arcadi Espada en "El Mundo".
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