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lunes, 28 de noviembre de 2016

TAL DÍA COMO HOY DE...

1095, se clausuró el Concilio de Clermont, Francia.

En el año de 1054 se había producido el gran cisma de la Iglesia, donde se separaron el patriarcado de Roma de los patriarcados orientales, formando éstos la Iglesia Ortodoxa integrada po: Constantinopla (Primada de Oriente), Alejandría, Antioquía y Jerusalén.

     Durante el concilio de Clermont, los embajadores del emperador de Constantinopla, Alejo  I Comneno, pidieron  al papa romano Urbano II mercenarios para enfrentarlos a los turcos selyúcidas, que amenazaban la ciudad, éste vio la oportunidad de recuperar la primacía de Roma y convertirse en el prelado de todo el mundo cristiano. 

     Al finalizar el concilio de Clermont en el año 1095, el papa Urbano, al grito de ¡Deus vult! (¡Dios lo quiere!) hizo un llamamiento a la cristiandad para emprender la guerra santa (bellum sacrum)  y así recuperar la ciudad de Jerusalén, que había caído en manos de los turcos. A cambio de participar en ella, se ofreció el perdón de los pecados. El discurso del papa fue elocuente y encendió el deseo de pobres y ricos por iniciarla, especialmente atraídos por la promesa de riquezas y la entrada al reino de los cielos. 

La Primera Cruzada -llamada de los pobres- fue dirigida por Pedro de Amiens, el "Ermitaño" y Gualterio el "Indigente". Los cruzados, poseídos por el fanatismo, en su camino atacaron y asesinaron a judíos y húngaros, tomando posesión de sus bienes. Alejo I, que no esperaba este aluvión de cruzados, al llegar a Constantinopla, los dirigió hábilmente hacia el Asia Menor donde  fueron masacrados por los turcos.

 En 1096, un año después del concilio de Clermont, la cruzada de los caballeros se puso en marcha, teniendo como principales jefes a Godofredo de Bouillón, a su hermano, el conde Balduino, a Raimundo de Tolosa y a Bohemundo de Tarento, quienes emprendieron un viaje de 5000 km. Al llegar a Constantinopla, el emperador Alejo les exigió un juramento de fidelidad, el cual incluyó la promesa de retornar al Imperio Bizantino todos los territorios que fueran reconquistados. 

     El ejército cruzado se dirigió a la ciudad de Nicea, que fue sitiada. Luego, se dirigieron a Jerusalén, donde enfrentaron a los turcos en la famosa Batalla de Dorilea, la cual culminó con el triunfo del ejército cristiano.

     El sitio y toma de la ciudad de Antioquía, en 1098, convirtieron a la ciudad en la capital de un nuevo estado cruzado, el Principado de Antioquía. Luego de este triunfo, el ejército se dirigió a Jerusalén, en manos de los fatimíes. 

Una de las principales dificultades que enfrentó este ejército fue el abastecimiento de agua y comida. Los ataques, que se llevaron a cabo en contra de la ciudad, en un inicio fracasaron por la fuerte protección que ofrecían las murallas. Los cruzados tuvieron éxito cuando utilizaron las torres de asedio. Una vez dentro de la ciudad, se inició la masacre de los habitantes de Jerusalén. Con la toma de esta ciudad, se dio por terminada la Primera Cruzada.

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