La Sevilla hipócrita
(...) Entre estas polémicas hispalenses, por decirlo a la manera de nuestros santos costumbristas, figura la discusión sobre cuál debe ser el hogar de los huesos tristes de Queipo de Llano, el cruel general golpista que reinó sobre las vidas y las haciendas de los sevillanos gracias a la violencia de un régimen de terror que prometía salvar a España por el singular método de aniquilarla. Como todos saben, incluso si son hijos de militares, Queipo era un asesino aunque su retrato siga en lugar preferente en Capitanía Militar. Y, como seguro que han visto u oído, su cadáver continúa enterrado en la basílica (menor) de la Macarena, al lado de la Virgen que adoran muchos sevillanos católicos, laicos y hasta agnósticos (...)
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