A algunos les duele España y a otros nos duele el mundo. Ha sido muy dura esta temporada. Sobre todo, Donald Trump, esa maldición que va a envenenar el mundo si los propios estadounidenses no ponen remedio al desastre. O el drama de los refugiados, ahogados en sus miserias diarias sin que a los grandes mandatarios del mundo que se llama civilizado se les mueva un músculo. Ha habido más, claro, como esa nueva cara en Francia que todavía no sabemos si es una revolución o una contrarrevolución.
Mal los independentistas, mal el Gobierno de Rajoy. Hemos asistido, también, al despliegue de la corrupción del PP en todo su esplendor. Ayer, por ejemplo, asistimos al desfile grotesco de los tesoreros del PP, divididos entre los que nada saben y los que de nada se acuerdan. Así que visto lo visto, este Ojo les dice hasta luego, a ver si en setiembre escampa.¿Y aquí?, se preguntarán ustedes. Pues que hemos sido testigos de la pasión, muerte y resurrección de Pedro Sánchez, un sucedido sorprendente que da ahora sus primeros pasos. Por lo demás, el bucle catalán, de la nada a la más absoluta de las miserias, un referéndum imposible y un problema político de calado al que nadie sabe ponerle remedio. Y más difícil será mientras menos se hablen unos y otros, enquistados en sus posiciones estériles.
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