Obra pictórica firmada por J. García (1828). “Asalto a Cádiz”.
Museo de las Cortes.
Se presenta la ciudad justo en el instante de la invasión y saqueo. Podemos ver la antigua Casa Consistorial; la Cruz de Humilladero, en la que se celebró la misa de acción de gracias por el fin del asalto; y el arco del Pópulo con la pintura de la Virgen del Pópulo, en el punto focal de los mosquetes angloholandeses.
Museo de las Cortes.
Se presenta la ciudad justo en el instante de la invasión y saqueo. Podemos ver la antigua Casa Consistorial; la Cruz de Humilladero, en la que se celebró la misa de acción de gracias por el fin del asalto; y el arco del Pópulo con la pintura de la Virgen del Pópulo, en el punto focal de los mosquetes angloholandeses.
EL ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁDIZ: CON EL PERMISO DE SU GRACIOSA MAJESTAD.
[Habla el viejísimo duende del archivo:]
Si vais a la Torre de Londres os enseñarán, como a todos los turistas, el tajo sobre el que decapitaron a Robert Deveroux, segundo conde de Essex, no sé bien por qué culpas. Por lo que a mí respecta, si no fuera porque me siento contrario a la pena de muerte, diría que, de todos los hechos del primo de la reina Isabel, el que más merecedor lo hacía de ese bárbaro fin es su orden, dada cinco años antes, de quemar mi archivo. ¿Ustedes qué opinan?
El caso es que la bandera británica ondeó sobre los muros de Cádiz quince de los días de aquel julio de 1596, en una especie de ensayo general de Gibraltar, que los manuales escolares de historia ingleses, en frase acuñada al efecto, continúan llamando "la vez que le chamuscamos la barba a Felipe II". Pero lo que de verdad y nada simbólicamente chamuscaron hasta la carbonización, fueron los papeles de la ciudad. De modo que el término aquo de nuestro fondo quedó fijado con la misma nitidez que debemos suponer al corte propinado por él, sin duda, experimentado verdugo de servicio en la Torre. Yugular descabezamiento de las series que fue para ellas, también, encabezamiento simbólico y conspicuo. La de los libros de Actas Capitulares lo muestra con particular rotundidad: ni un acta conservada desde la conquista alfonsina hasta aquel verano; desde entonces hasta hoy, todas las actas conservadas. Pero este corte a filo inaugural en absoluto se circunscribe a las actas, sino que se generaliza en todo el fondo. Sirva, a modo de ilustración, el título de un índice de regidores redactado en el siglo dieciocho: "Prontuario de los Señores Regidores que ha habido desde el año de 1596 que quemó el Ynglés el Archivo".
Así que, de atenernos al testimonio de nuestro archivo, una memoria con amnesia total de lo remoto, habría que imaginar la ciudad ya bien constituida en el momento de aparecer en escena, como una Atenea pegando el brinco natal, armada de casco, escudo y lanza; pues si nos asomamos a la primera acta del primer libro, vemos cómo el primer acuerdo que toman sus regidores es pedir licencia al rey para que un filibote pudiera cargar para Indias, en atención a que las naos las había quemado el inglés. O sea, en relación con lo que sería la principal función de Cádiz en los siglos siguientes, un buen ejemplo de lo que los preceptistas literarios denominan empezar in medias res.
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Javier Fernández Reina.
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Javier Fernández Reina.
(Del fb de Teo Cardoso).
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