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martes, 2 de abril de 2019

LOS DUQUES DE MONTPENSIER (2)



El Duque (en la imagen), siempre conspirador e intrigante, urdió un plan de desprestigio de Isabel II, pero le salió rana, incluso la infanta Luisa Fernanda habló con ella de la mala fama que llevaba en el reino, pero la reina la echó con cajs destempladas. En 1868, los duques fueron expulsados de España acusados de un complot para derrocar a la reina y se refugiaron en Portugal desde donde Antonio siguió en contacto con algunos militares como Prim, Serrano y Topete, que le auguraban una salida inminente de la reina, como así fue, pues se produjo la Revolución de 1868 y la reina se exilió en Francia, siendo bien acogida por el emperador y su esposa Eugenia de Montijo.



Napoleón III había incautado todos los bienes de los Orleans y se oponía a que un miembro de esa familia ocupase el trono de España. Hizo saber esto al general Serrano impidiendo así cualquier movimiento por parte de Montpensier. Entre tanto, se había iniciado la guerra franco-prusiana que le costó el trono a Napoleón III. En 1870 Montpensier regresó a España. Fue directamente a Madrid para entablar conversaciones con el general Serrano.

Una dura campaña contra Montpensier, urdida entre otros por  el infante Enrique de Borbón, cuñado de la reina Isabel y primo del Duque circulaba por Madrid. Don Enrique había sido siempre una especie de persona non-grata en los ambientes palaciegos. Era demasiado liberal para los gustos nobles.  El hecho es que en una "Carta abierta a los montpensieristas" Don Enrique tildaba a Antonio de Orleans de hinchado pastelero francés. Ante tamaña afrenta Montpensier no dudó en retar a Don Enrique a un duelo, que se llevó a cabo en un paraje próximo al actual barrio de La Fortuna, en Leganés, Madrid, el 12 de marzo de 1870. Previamente se habían comprado dos pistolas de duelo y el duque había probado y practicado, no así Don Enrique, que hizo caso omiso de ello. Al duque  le permitieron ponerse las gafas, pues tenía problemas de visión y dio comienzo la lid.

Quiso la fortuna, o la desdicha, que ambos fallaran los dos primeros tiros, acertando Montpensier en el tercero y causándole la muerte a Don Enrique. Esta muerte causó un impacto terrible en la sociedad española y con ella desaparecieron las posibilidades de convertirse en rey para Montpensier. Aun así tuvo suerte porque la pena que se le impuso fue leve: un mes de destierro de Madrid y el pago de una importante suma a los descendientes del fallecido.


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